La sexualización de los cuerpos de las niñas y la infantilización de los cuerpos de las mujeres son dos caras de la misma moneda, dos procesos que trabajan en paralelo para garantizar que el cuerpo femenino siga siendo objeto y juguete sexual de los varones.
A través de la división sexual del trabajo, las categorías opuestas de hombre y mujer entran en una dependencia recíproca y nace la obligación de formar una familia. ¿Y por qué interesa tanto que las personas formemos familias? Porque esta es la unidad mínima del sistema capitalista
Actualmente, con el movimientobody-positive y el movimientobody-neutral parece que estamos avanzando respecto a la delgadez obligatoria. Aún así, el 75% de mujeres de entre 18 y 35 años que participaron en una encuesta realizada por la revistaGlamour se muestran insatisfechas con su peso, y en el Estado español, cada año 400.000 personas, la inmensa mayoría mujeres, sufren un trastorno de la conducta alimentaria.
El desconocimiento de nuestros cuerpos, la falta de representación de sus diversidades, el discurso patriarcal predominante que idealiza la vagina “estrecha” para maximizar el placer de los varones que la usan como objeto sexual, y la medicalización y patologización de nuestras vulvas tiene un gran impacto en nuestra salud psicológica. ¿Cómo podemos crear una autoimagen positiva si no tenemos acceso a representaciones de cuerpos que se parecen a los nuestros?
Hablamos con las creadoras de un proyecto que combina talleres mixtos en institutos y en escuelas y talleres para educadoras y familias con un juego de cartas erótico y hasta un libro, siempre con la sexualidad empoderadora y el placer como bases
Esta obra nos recuerda cuán imprescindible es tomar la palabra para dar a conocer nuestras experiencias y demostrarnos a todas las mujeres que nuestras vivencias son compartidas, no estamos locas ni somos histéricas y, sobre todo, no estamos solas.
¿Cómo seríamos si no hubiéramos crecido limitadas por los estereotipos de género? ¿Habría sido distintos nuestros recorridos educativo y laboral, nuestras decisiones, nuestras actitudes? ¿Hasta qué punto nuestra forma de ser ha sido construida por nuestra socialización, desarrollada en respuesta a las presiones recibidas?
Lucy, Betsy y Anarcha son los nombres que nos llegan a través del diario del “padre de la ginecología moderna”, J. Marion Sims. Estas tres esclavas africanas permanecieron recluidas entre 1845 y 1849 en el “hospital” de este, y fueron sometidas a prácticas inhumanas en aras del avance científico.
La identificación con el término “mujer” resulta problemática, por las estructuras patriarcales y binarias que llevan a la construcción del género. En palabra de Judith Butler, en su famosoEl género en disputa, «¿comparten las “mujeres” algún elemento que sea anterior a su opresión, o bien las “mujeres” comparten un vínculo únicamente como resultado de su opresión?»
El artículo 156 del Código Penal español permite la esterilización de personas incapacitadas judicialmente sin su consentimiento. Con este artículo se sacrifica la autonomía personal de las mujeres con diversidad funcional en nombre del “mayor interés” y el “bien común”.
El objetivo de los poderes religiosos y políticos era erradicar y criminalizar a las mujeres que se salían de los roles asignados a su sexo. Para ello el Estado creó las casas de corrección de mujeres y las galeras, centros donde el modelo disciplinario se basaba en la corrección y moralización y donde se encerraba a todas aquellas que no cumplían con el perfil de “buena mujer”, desde vagabundas, hechiceras y prostitutas hasta aquellas que hubieran abandonado a sus hijos/as, se dedicaran al ocio o constituyesen, supuestamente, un peligro para las mujeres honestas.
Durante el siglo XIX encontraremos a mujeres que no se corresponden con el modelo femenino imperante, que reivindican su derecho a voto y rompen las barreras de un modelo único de mujer blanca y burguesa