Por Carmen V. Valiña, directora de PeriFéricas.
Dentro de las distintas corrientes que a partir de los años 70 se enmarcan en los feminismos decoloniales, en la línea de la Tercera Ola, destacan los feminismos indígenas latinoamericanos. Por la historia de este continente, marcada por un colonialismo que duró varios siglos y por la persistencia, al mismo tiempo, de tradiciones originarias especialmente vivas, los feminismos indígenas tienen en toda América Latina una enorme fuerza, e introducen en el debate cuestiones étnicas, de defensa del territorio y de ancestrales tradiciones.
¿Que son los feminismos indígenas latinoamericanos?
Tras la colonización española de Latinoamérica se impuso un modelo que parecía abrir solamente dos vías para los pueblos originarios: cambiar a través de la modernidad impuesta o permanecer marginados dentro de sus tradiciones ancestrales. Los feminismos indígenas surgen fundamentalmente a partir de los años noventa del siglo XX, en un contexto marcado por el auge globalizador, que paradójicamente puso de manifiesto la urgente necesidad de preservar y respetar la diversidad cultural y las tradiciones propias, de las que secularmente las mujeres habían sido las principales guardianas y transmisoras. En definitiva, se trataba de un movimiento de defensa de los derechos desde un punto de vista a la vez étnico y de género. Obviamente, dado que hablamos de organizaciones indígenas existentes en un territorio geográfico amplísimo, las especificidades de cada contexto territorial son notables. En el caso de las feministas mexicanas, por ejemplo, resulta innegable la influencia de las mujeres zapatistas, que desde los años noventa han exigido una revision de las prácticas sexistas de sus propios pueblos, consiguiendo además participar en la toma de decisiones de dicho movimiento, entrando a formar parte en los últimos años de sus estructuras de gobierno, justicia y educación. Pese a esas innegables diferencias nacionales, en este artículo, que es meramente introductorio, intentaremos aportar un recorrido por algunos de los elementos comunes que todas las corrientes comparten. En ese sentido, los feminismos indígenas van a ir agrupando las ideas de pensadoras, intelectuales y activistas que luchan contra diversas formas de opresión: la invisibilización y subordinación de la población indígena, la situación de colonialismo interno por parte de Estados monoculturales y las discriminaciones específicas que se derivan de su condición de mujeres, distintas a las que enfrentan los hombres indígenas. La condición indígena y de género se suman para crear una forma múltiple de opresión, que siempre las coloca en el lugar del derrotado: frente a las mujeres occidentales, frente a los hombres occidentales y frente a los hombres indígenas. Esa es una de las claves para entender el movimiento indígena protagonizado por las mujeres latinoamericanas.
¿Cómo se entiende el feminismo desde la perspectiva de las mujeres indígenas?
De entrada, conviene indicar que el propio término “feminismo” es controvertido en este contexto, por considerarse que se trata de una importación occidental. No obstante, aquí, por razones prácticas, lo emplearemos para referirnos a todas las corrientes de lucha que ponen a las mujeres indígenas y sus derechos en el centro. En ese sentido, las reivindicaciones de estos movimientos se vinculan a la influencia del capitalismo en la destrucción de las culturas de los pueblos indígenas, a las profundas críticas a la occidentalización de América y a la lucha contra las secuelas de racismo y neocolonialismo que las políticas neoliberales trajeron consigo. Las mujeres indígenas abrieron una ventana a la discordancia tanto frente al feminismo occidental, que no recogía sus especificidades, como frente a los propios feminismos de sus países de origen, a menudo monopolizados por una tecnocracia de mujeres mestizas, que practican un discurso homogeneizante que no tenía en cuenta las sensibilidades y prácticas de sus ancestras. Su feminismo va a entrecruzar muchas dimensiones, desde la economía hasta la corporeidad, pasando por la naturaleza y el comunitarismo. Así, se oponen a una economía neoliberal que por ejemplo a través de los proyectos de megaminería destruye sus recursos naturales y sus economía ancestrales; defienden el comunitarismo y el trabajo conjunto con los hombres para alcanzar sus objetivos; comienzan a rastrear su propia historia para lograr encontrar referentes femeninos que les permitan recuperar modelos propios que la colonización intentó eliminar; en la misma línea, reivindican sus idiomas nativos frente a la imposición secular del español; dado que sus cuerpos fueron durante siglos territorio también de conquista, establecen un paralelismo entre lo corporal y lo territorial, entendiendo la tierra como Pachamama, como madre ancestral a la que hay que cuidar y defender. Se trata , en definitive, de buscar modelos propios, alejados de la cultura mestiza hegemónica que encubre su diversidad, pero también alejados de la modernidad impuesta desde Occidente.
¿Qué aporta el feminismo indígena a las nuevas olas feministas?
Los feminismos indígenas latinoamiericanos muestran, de manera muy clara, la necesidad de introducir la diversidad de las distintas culturas del mundo en el debate en torno a los derechos de la mujer. Con ellos queda claro que la visión hegemónica del feminismo occidental resulta reduccionista, y que es imprescindible introducir en ella nociones de etnia, anticapitalismo y decolonialidad. Además, su idea de entender el feminismo vinculado a la defensa de la tierra presenta un enorme potencial y actualidad: se vincula a los movimientos ecologistas y a la necesidad de practicar un feminismo que defienda los intereses de la mujer, pero también los de la Madre Naturaleza, entendida como entidad en estrecha conexión con lo femenino.
La lucha de las mujeres zapatistas en México es uno de los ejemplos destacados de los feminismos protagonizados por las poblaciones originarias del continente: https://perifericas.es/blogs/blog/las-zapatistas-referentes-de-lucha-de-otras-mujeres-indigenas