INTERSECCIONALIDAD: DEFINICIÓN Y ORÍGENES

INTERSECCIONALIDAD: DEFINICIÓN Y ORÍGENES

Por Carmen V. Valiña. Creadora y directora de periFéricas. Doctora en Historia Contemporánea

La interseccionalidad se ha convertido en uno de los conceptos clave de los feminismos de los últimos tiempos, en estrecha conexión con el desarrollo de las corrientes de la Tercera Ola, de las que os hablábamos en un post anterior. Mientras que el feminismo hegemónico se dirigía a mujeres blancas de clase media, es decir, era eminentemente un feminismo blanco con características muy definidas, la interseccionalidad introdujo en la ecuación realidades mucho más dispares. De todo ello hablaremos en el artículo de hoy.

¿Cuál es el origen del feminismo interseccional?

El concepto de interseccionalidad ha entrado muy recientemente en el discurso y la práctica feminista. Lo acuñó en 1989 Kimberlé Williams Crenshaw, académica y profesora estadounidense especializada en el campo de la teoría crítica de la raza. Su autora define la interseccionalidad como “el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales”. Veámoslo de forma más clara con un ejemplo: ¿la experiencia de dos mujeres negras es idéntica por el hecho de tener el mismo color de piel? Evidentemente no. Poco tendrán que ver las oportunidades de una abogada negra, residente en un barrio de clase alta de Nueva York, con la de otra inmigrante en España que ha llegado de forma ilegal y no puede desempeñar ningún tipo de empleo justamente remunerado. La interseccionalidad, en suma, pone de manifiesto cómo las diferentes categorías sociales generan opresiones y privilegios muy dispares al entrecruzarse entre ellas.

La interseccionalidad es el fenómeno por el cual cada individuo sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales

El feminismo interseccional tiene una estrecha relación con todas las corrientes de la Tercera Ola por razones evidentes: estas introdujeron nociones de raza, clase social o religión y cuestionaron el feminismo blanco hasta entonces imperante. Mostraron, pues, de manera directa, cómo las interseccionalidades debían formar parte innegociable del discurso por los derechos humanos y específicamente, de las luchas en favor de los derechos de la mujer. El surgimiento del término interseccionalidad coincide de hecho en el tiempo con el auge de los movimientos de la Tercera Ola, que despegan a partir de los años noventa del siglo XX, y ambos se retroalimentan y enriquecen.

 

¿Cómo alcanzar la justicia social si no se tiene en cuenta todo ese entrecruzamiento de opresiones?

La propia Kimberlé Crenshaw puso de manifiesto que considerar a las mujeres blancas de clase media-alta o a los hombres negros heterosexuales como representantes, respectivamente, de las categorías “mujer” o “persona negra” invisibiliza todo aquello que queda justamente en la intersección, en este caso, las mujeres no blancas. La interseccionalidad, pues, nos permitiría apreciar elementos que a primera vista obviamos, y además muestra que si alguien se encuentra inmerso en un gran número de identidades oprimidas, estas acabarán provocando opresiones también múltiples: en el caso de la segunda mujer negra del ejemplo, por su raza, su posición económica, su carácter de inmigrante ilegal, su pobreza y el propio hecho de ser mujer, que agrava todos los condicionantes anteriores. A su vez, podrían existir ciertos factores en su perfil que minimizasen la gravedad de su situación: pensemos, por ejemplo, que se trata de una mujer que pudo realizar estudios de nivel universitario en su país de origen. En ese caso sus opciones laborales o vitales serían superiores, aun en esa situación de vulnerabilidad, frente a los de otra mujer analfabeta en condiciones por lo demás idénticas.  

 

La interseccionalidad desde el feminismo negro

La vigencia del concepto de interseccionalidad sigue siendo notable si tenemos en cuenta que continúan existiendo movimientos feministas que hablan de una “mujer” en singular, de forma indiferenciada, sin tener en cuenta las experiencias de quienes quedan fuera de las categorías CIS, heterosexuales, de clase media, blancas o urbanas. El feminismo negro, por ejemplo, es un claro ejemplo de la necesidad de incluir el concepto de interseccionalidad en cualquier análisis realizado desde una perspectiva de género, en su caso por la incidencia especial que otorga al concepto de raza y a otras opresiones asociadas a ella, como el bajo nivel económico, la desigualdad de salarios respecto a la población blanca, el acoso sexual… Por otro lado, dentro de los propios movimientos antirracistas hay corrientes que no tienen en cuenta que el racismo afecta a los cuerpos femenino y masculino de formas muy diferentes, algo que la interseccionalidad también muestra de manera evidente. También en el ámbito académico este concepto es clave, y así lo han remarcado las teóricas del feminismo negro: solamente atendiendo a él se podrán tener en cuenta mujeres que no encajan en el arquetipo o en el grupo social de referencia generalmente considerado, que de nuevo reúne características de blanquitud, clase media, laicismo… Lo mismo podríamos decir del ámbito periodístico, donde incluso en países con un alto porcentaje de población negra como Estados Unidos o Reino Unido, los equipos directivos de los medios no acostumbran incluir mujeres negras, pero es que, además, los artículos se enfocan desde una perspectiva que tiene lo blanco como norma.

La interseccionalidad, por tanto, sigue estando hoy más viva y vigente que nunca.

 

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9 comentarios

excelente, muchas gracias pro informar

julio cesar sevilla exebio

EXCELENTE INFORMACION, MUCHAS GRACIAS

julio cesar sevilla exebio

Hola Mariana, el artículo es de 2019. Gracias por seguirnos.

Escuela PeriFéricas

de qué año es el artículo

mariana

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