¿ESTAMOS ANTE UNA CUARTA OLA DEL FEMINISMO?

¿ESTAMOS ANTE UNA CUARTA OLA DEL FEMINISMO?

Por Carmen V. Valiña. Creadora y directora de periFéricas

Hablábamos en un post anterior de las diferentes olas del feminismo. Se trata de una historia reciente pero muy intensa. Existe un consenso en torno a la existencia al menos de tres olas. La última se correspondería con el surgimiento de los feminismos decoloniales y su desafío a la idea de que el sujeto mujer es único y necesariamente definido por características de blanquitud, laicidad u origen occidental. Pero, ¿existe una cuarta ola feminista? Y en caso afirmativo, ¿por qué elementos se caracterizaría?

¿Por qué se habla de una cuarta ola feminista?

Han pasado aproximadamente treinta años desde que los feminismos descoloniales se implantasen con fuerza y extendiesen el término de tercera ola del feminismo, y son muchas las voces que hablan de que una nueva etapa en el movimiento ha surgido. Sin duda, los escritos pioneros de Betty Friedan o Simone de Beauvoir siguen resonando e inspirando a muchas mujeres, pero parece evidente que el discurso debe evolucionar en un mundo crecientemente globalizado y donde las redes sociales forman parte fundamental de la vida cotidiana y de casi todos los debates, incluidos los que tienen como eje los derechos femeninos.

La sororidad es entendida como una relación de hermandad y solidaridad entre mujeres.

La percepción creciente de que tejer redes entre mujeres de orígenes muy diversos es la mejor forma de avanzar está en estrecha relación con un término que adquiere importancia creciente en esta cuarta ola del feminismo: la sororidad. Entendida como una relación de hermandad y solidaridad entre mujeres, la sororidad supone un salto cualitativo desde el feminismo más teórico hasta el activismo. Apela a las mujeres a unirse frente a sociedades que, aunque aparentemente, al menos en Europa occidental, sean crecientemente igualitarias, siguen manteniendo numerosas discriminaciones. El mismo hecho de que este término se emplee de forma creciente en los medios de comunicación es una muestra de que sí parece que se está produciendo un cambio de discurso que podría permitirnos hablar de una cuarta ola del feminismo.

 El nuevo movimiento feminista ha arraigado con fuerza entre la juventud, que aparentemente no siento la necesidad de expresar sus ideas mediante grandes manifiestos teóricos o discursos, sino a través de acciones concretas y prácticas cotidianas, a menudo reflejadas en sus propias redes sociales, en las que dejan constancia de su denuncia del patriarcado. Un patriarcado que sigue siendo inequívocamente heteronormativo, de ahí que en el debate feminista actual entren también en liza los grupos LGTBI, con una fuerza no vista en las anteriores olas. Nuevas reivindicaciones, como la lucha contra la violencia de género, la defensa de la libertad sexual y corporal y del derecho a ser o no madre o la denuncia del sexismo de los medios de comunicación forman parte de la nueva agenda feminista. La conciliación también es otra de las cuestiones claves, y se aboga por la incorporación efectiva y activa de los hombres al mundo de los cuidados. Nos encontramos, parece, con un feminismo más flexible, deudor sin duda de las corrientes descoloniales por su capacidad para integrar a mujeres muy diversas y apostar por el comunitarismo. La teoría no se olvida, pero se concede especial importancia a la lucha palabra a palabra, acto a acto. La acción se convierte a menudo en un discurso por su propio peso. Se trata de reivindicar en las calles, de luchar en el trabajo contra el techo de cristal, de publicar artículos en contra de los micromachismos, de luchar por un reparto más equitativo de las labores de cuidados… Estamos ante un movimiento que, si bien busca establecer alianzas entre mujeres de diferentes países, pretende también huir de la homogeneidad y ser respetuoso con las reivindicaciones de religiones, razas, clases sociales o culturas diversas, como lo son sus propias protagonistas. 

 

La cuarta ola y las redes sociales

Internet es otra de las claves que permiten hablar de una cuarta ola, puesto que el ciberfeminismo ha dejado de ser una quimera para convertirse en toda una realidad: desde el movimiento #Me too hasta la enorme influencia de tuiteras declaradamente feministas, como Barbijaputa en España, el debate tiene en las redes un campo de acción cada vez más amplio. Internet ha logrado, además, que ese debate se globalice. No hay más que recordar cómo la lucha por el derecho al aborto en Argentina se está siguiendo con enorme interés en partes muy diversas del globo, logrando apoyos para la causa de mujeres situadas a millones de kilómetros del país latinoamericano, algo impensable hasta no hace tanto tiempo. Las redes sociales son además una vía creciente para organizar manifestaciones que abandonan lo virtual y pasan al ámbito presencial. El feminismo, y en eso sí parece haber acuerdo, se ha puesto de moda, al menos en el contexto occidental. Ello ha provocado que se desarrollen enconadas discusiones en redes y que las publicaciones que lo tengan como protagonista consigan millones de likes y retuits. Pero, ¿ese auge es una simple moda o hay detrás algo más sólido que perdurará en el tiempo? Resulta difícil responder a estas alturas a tal pregunta, pero es evidente que los sectores machistas más recalcitrantes ya han reaccionado y utilizan esas mismas redes sociales para difundir sus discursos misóginos, con muchas menos cortapisas de las que tendrían en la vida real. De ahí se deriva un acoso en redes que en realidad tiene el mismo fundamento que el que se produce cara a cara: la reacción contra la libertad femenina. El peligro, en esta cuarta ola del feminismo, es que el movimiento pierda su esencia y acabe siendo un producto “de tendencia” que se olvide de los fundamentos que motivaron su nacimiento: la discriminación por razones de género.

 

El activismo feminista, incluso en pleno siglo XXI, sigue generando consecuencias graves para ciertas mujeres que defienden la igualdad: https://perifericas.es/blogs/blog/el-precio-del-activismo-feminista
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