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VIOLENCIA SOCIOPOLÍTICA HACIA LAS MUJERES COLOMBIANAS: EL PAPEL DE MOVICE EN EL CONFLICTO ARMADO

Por Joaquina Samaniego, Graduada en Publicidad y Relaciones públicas y Máster en Dirección en comunicación en la Universidad de Málaga. Investigadora en el campo de los estudios mediáticos de género y el análisis crítico del discurso.

Colombia es un país que ha sufrido eventos traumáticos: guerras civiles, dictaduras, insurgencias, masacres y conflictos políticos. En un país de estas características determinar una memoria colectiva es muy importante para entender a la sociedad. Esto va más allá de un ejercicio meramente teórico, pues debe lograr entrar en los elementos y en los símbolos más profundos y apelar a los sentimientos y a la idiosincrasia de la ciudadanía.

La magnitud de lo que es la memoria colectiva va más allá de lo que sería la memoria histórica, y fue un concepto importante que comprendí en mi viaje de cooperación internacional a Colombia. La tarea de recordar hace posible establecer un hilo conductor con el pasado que nos ayuda a luchar en contra de las injusticias sociales y a orientar nuestro camino hacia el futuro.

En mi estancia en Bogotá, la capital colombiana, conocí a una asociación que había puesto en marcha un espacio, mayoritariamente femenino, para crear su propio lugar de memoria donde transmitían las experiencias individuales de cada persona y, además, luchaban para paliar y denunciar la terrible situación de violencia en la que el Estado colombiano se encuentra inmerso actualmente. Esta asociación es MOVICE (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado). En ella, muchas mujeres trabajan para denunciar los abusos y las injusticias sociales que el pueblo colombiano vive diariamente. Esta asociación pone, como foco del problema, al Gobierno, al que considera el principal perpetuador de violencia, además de responsable de las doctrinas y los mecanismos de represión que allí se usan. No hay que olvidar por otro lado que en Colombia siguen existiendo fuerzas paramilitares como parte de un tercer actor armado que ejerce violencia sistémica, siendo el uso de esta guerrilla una estrategia del propio Estado para eliminar a la oposición.

En mi experiencia en la asociación, las mujeres eran las principales víctimas de la corrupción y las injusticias y, en muchas partes, era revictimizadas por defender los derechos humanos más básicos. No hay que olvidar que en el país a diario se viven desplazamientos forzados, desapariciones de líderes y lideresas sociales, asesinatos, feminicidios y falsos positivos.



¿Cuál es el papel de la mujer en el conflicto colombiano?

Esta pregunta me llenó de curiosidad en cuanto comencé a conocer a las integrantes del grupo MOVICE más a fondo y empezaron a narrarme sus historias. En todos los casos, en mayor o menor grado, sus vidas habían cambiado a causa de los actos violentos que han caracterizado al Estado colombiano. Mi primer contacto fue con Marlis y Gloria Pedraza, hermana y madre de Carlos Pedraza, líder social asesinado hace cuatro años por fuerzas afines al Estado Colombiano. Luz Briseisa, otra activista del MOVICE, era familiar de un falso positivo, el nombre con el que la prensa y la sociedad civil colombiana denominan a la participación de miembros del Ejército en el asesinato de civiles y a las ejecuciones extrajudiciales, haciéndolas pasar como bajas en combate. Luz Marina Hache, una de las lideresas sociales y del movimiento, había perdido a su compañero sentimental hace 34 años, y con ella pude conocer el drama de las desapariciones forzadas, el daño que provocan sobre los y las familiares de las víctimas y las amenazas de muerte o vejaciones que ella misma ha sufrido por buscar respuestas a la desaparición de su pareja.

Todas estas mujeres son la otra cara del conflicto armado en Colombia, son las revictimizadas que sufrieron la pérdida de un familiar y que siguen con su lucha para defender los derechos humanos en el país. En ellas recae el peso de la memoria de sus familiares y de la lucha por realizar cambios integrales por la búsqueda de la verdad, la justicia, la reparación integral y las garantías de no repetición.

 

Tener en cuenta la perspectiva de género es clave para trabajar en equipos donde hay que atender a mujeres de orígenes sociales, educativos y económicos diversos. Así lo enseñamos en el curso "Mediación intercultural desde el género": https://perifericas.es/collections/cursos/products/mediacion-intercultural-desde-el-genero

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