TELETRABAJO: ¿HERRAMIENTA DE CONCILIACIÓN O TRAMPA PARA LAS MUJERES?

TELETRABAJO: ¿HERRAMIENTA DE CONCILIACIÓN O TRAMPA PARA LAS MUJERES?

Por Constanza Taccari, psicóloga, especialista en formación y orientación laboral y consultora en igualdad, diversidad e inclusión. Como orientadora laboral, acompaña a mujeres migrantes en su inserción y desarrollo profesional en España

En sus orígenes, el teletrabajo no fue pensado como una medida para favorecer la conciliación de la vida personal, laboral y familiar de las personas. Su aparición  respondió a otros objetivos: en un primer momento, en la década de los setenta, se planteó como una alternativa que lleve el trabajo a las personas (y no a la inversa), para reducir costes económicos y también el impacto ambiental del transporte. Posteriormente, en los años noventa, el teletrabajo vuelve a aparecer en el centro de la escena, esta vez de la mano de la globalización y como herramienta para mejorar la competitividad y la productividad de las empresas en todo el mundo. El enorme desarrollo tecnológico de la época ofrece un contexto ideal para la instalación de nuevas modalidades de trabajo a distancia, que encuentran la oportunidad y el protagonismo que no habían conseguido años atrás. 

En el año 2020 el teletrabajo vuelve a instalarse con fuerza como medida derivada de la pandemia del Covid-19, y de la necesidad de que las personas sigan siendo productivas desde sus hogares. En este escenario, esta modalidad  ofrece una alternativa viable para garantizar la continuidad de actividades laborales y económicas. Podemos afirmar, entonces, que el teletrabajo no nace con la pretensión de promover la conciliación, sino que, entre los frutos que se van desprendiendo de la flexibilidad que aporta esta modalidad, se aprecia una libertad en la regulación de los horarios laborales que genera un escenario positivo para compaginar dichas actividades con la vida personal-familiar. 


Teletrabajo, roles y estereotipos de género

Ahora bien, ¿qué sucede si observamos todo esto desde una perspectiva de género? Encontraremos que, lamentablemente, el teletrabajo podría ser un “arma de doble filo”, que encierre nuevamente a las mujeres en sus hogares, ubicándolas como principales responsables de las tareas domésticas y de cuidados. El hecho de estar físicamente en casa, teletrabajando, puede generar escenarios complejos que acaben reproduciendo estereotipos de género, una vez más.

Y esto es así porque, a diferencia de lo que ocurre cuando un hombre teletrabaja, se espera que una mujer pueda ocuparse, en el mismo tiempo laboral, de las tareas domésticas y de cuidados. En el imaginario colectivo todavía se ve a esta modalidad de trabajo como el “escenario ideal” para ellas, debido a que la conciliación todavía es tratada como un “tema de mujeres”. Por supuesto, estas lógicas significan un retroceso en materia de igualdad.

No estamos afirman do que el teletrabajo no funcione como medida de conciliación, al contrario, puede hacerlo, siempre y cuando, eso sí, se aplique desde un enfoque corresponsable y con perspectiva de género. Lo que nos interesa destacar es que el riesgo de esta medida radica en retroceder en la manera en la que pensamos en la conciliación, volviendo a conjugarla en femenino, y perdiendo la dimensión corresponsable en ese camino. 

Lamentablemente, esto es precisamente lo que parece estar ocurriendo hasta ahora: los datos presentados por el Parlamento Europeo en 2022 (en un estudio sobre teletrabajo, cuidados y salud mental durante la pandemia) indican que el gran aumento de los trabajos no remunerados y del teletrabajo ha impactado negativamente en la salud mental de las mujeres. Las cifras de este estudio muestran que, si bien la pandemia afectó a todas las personas, las mujeres han sufrido mayores consecuencias que los hombres, por ser ellas quienes han reconocido tener mayores problemas para concentrarse en sus responsabilidades laborales (debido a las responsabilidades del hogar) y quienes han asumido mayor carga de tareas no remuneradas. 

La variable de ajuste para que el teletrabajo sea realmente una herramienta de conciliación no puede ser, de ninguna manera, la salud mental de las mujeres. Esa salud es la que está en juego si no cambiamos la perspectiva. El verdadero desafío radica, entonces, en pensar en el teletrabajo (con todos los beneficios que puede aportar a las personas y a las empresas) como herramienta de conciliación que no reproduzca estereotipos de género, sino desde una mirada centrada en la corresponsabilidad, que no encierre a las mujeres, otra vez, en los roles que durante tanto tiempo nos han encorsetado.

Las mujeres hemos sido, tradicionalmente, las cuidadoras de la unidad familiar, y esos roles siguen repitiéndose en tiempos de teletrabajo: https://perifericas.es/blogs/blog/las-mujeres-cuidadoras-del-mundo

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