¿SIGUE EL PROTOCOLO SIENDO MACHISTA?

¿SIGUE EL PROTOCOLO SIENDO MACHISTA?

Por Rebeca Santamarta, comunicadora y protocolista, actualmente en formación en marketing digital. Madre y defensora de una crianza respetuosa, en comunidad y feminista 

Si hablamos de protocolo, seguramente nos vengan a la cabeza bodas y entierros reales, cumbres de alto nivel, chaqués y vestidos con cola.

El protocolo es el conjunto de reglas que, por ley o tradición, se siguen en la realización de actos oficiales o privados, es la materialización de un orden según unos criterios que permiten reconocer a quien organiza o preside un evento y la importancia de sus asistentes.

En España, el protocolo oficial en cuanto a precedencias se refiere, viene regulado por el Real Decreto 2.099/83, de 4 de agosto, y en este no se habla de hombres o mujeres sino de cargos; así, si asistimos a cualquier acto municipal, autonómico o nacional, podremos ver cómo es la presencia femenina en ellos y también cómo ha evolucionado a lo largo de los años.

La sociedad está en continuo cambio y las normas que imperaban hace años ya no están vigentes hoy en día. En el protocolo oficial o real estos cambios se visualizan de manera más lenta, pero en el protocolo social se adaptan a los nuevos tiempos y las entidades los incorporan en sus propios manuales.

El protocolo establece también normas sobre el tratamiento y el papel de las mujeres en los actos. Antiguamente y como tradición aún hoy en algunos casos, ellas no podían ocupar posiciones esquinadas en mesas o fotos, subían primero las escaleras y no podían quitarse el sombrero durante los eventos, normas todas de cortesía orientadas en muchos casos a mostrar su función como meras acompañantes.

El protocolo es la representación visual del poder, pues una simple imagen nos puede decir  quién ostenta el mayor rango o quién preside un evento. Igual que en un pódium sabemos cómo se ordenan oro, plata y bronce, el protocolo nos permite identificar el mando en el acto al que asistamos.

Con la mujer escalando a nivel interno y ocupando cargos de mayor relevancia en el mundo laboral, en la política y en las instituciones, el protocolo se adapta y la pone en el centro, por lo que ya no es válida la distinción por sexo en las precedencias o ubicaciones, sino que se tendrá en cuenta  su posición en el escalafón de la empresa o institución a la hora de ser ubicada: la mujer es participante de pleno derecho, visibilizándose así su papel en los actos en los que toma parte.

 

Muchos retos todavía por alcanzar

Este avance sin embargo no oculta el hecho de que queda mucho camino que andar para alcanzar la igualdad real, y así lo podemos  ver de manera clara en la representación de ciertos actos oficiales, como mostró la foto oficial de autoridades mundiales asistentes a la Cumbre del Clima el pasado mes de noviembre en Egipto, en la que apenas se vieron mujeres, pues su presencia como presidentas de estado o gobierno sigue siendo más bien escasa.

Otro desafío del protocolo actual es el referente al trato a las mujeres que se produce en ciertos países del mundo, fundamentalmente en actos diplomáticos protagonizados por otras culturas muy diferentes a  la nuestra. Así, por ejemplo podemos recordar la manera de saludar del embajador de Irán a la reina Letizia a comienzos de este mismo año, a la cuál negó un apretón de manos.

Que el poder estuviera siempre en manos de los hombres, y que aún parezca que no se adaptan a la presencia de las mujeres en las altas esferas, provocó también un incidente entre la Unión Europea y Turquía ante el vacío a Ursula von der Leyen por parte del presidente turco Erdogan hace ya dos años.

El mundo de los eventos ha resurgido con fuerza tras el parón que supuso la pandemia y quiere renacer adaptándose a los nuevos tiempos, y así surgen estimulantes debates sobre la necesidad de hacer inclusivo el lenguaje utilizado, de conseguir la paridad en ponentes y de aplicar una perspectiva de género que favorezca la participación activa de las mujeres.

El protocolo es la expresión plástica del poder, en nosotras está el cambio, y por eso la voz de las mujeres debe sonar cada vez más fuerte.

Pese a los avances, las mujeres siguen apartadas de buena parte de los puestos de poder de nuestra sociedad: https://perifericas.es/blogs/blog/la-exclusion-de-las-mujeres-de-puestos-de-poder

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