¿PUEDE UNA CATÓLICA SER FEMINISTA?

Por María do Carme Martínez Baleirón, historiadora y autora de materiales didácticos con perspectiva de género y enfoque interdisciplinar

“Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Génesis 1:27

“Las inclinaciones sentimentales que todos tenemos por aquellas cosas que nos han educado para creer sagradas no ceden fácilmente a la pura razón”, escribe Cady Stanton. 

Diferentes ámbitos del conocimiento están siendo revisados con un enfoque inclusivo para que las mujeres obtengan el debido reconocimiento por sus aportaciones al progreso de la humanidad. Sea historia, matemáticas o biología, cada una de las ramas del saber ha sufrido transformaciones en su transmisión.

Parece coherente que la transmisión de una obra reescrita durante siglos haya sufrido variaciones tanto voluntarias como involuntarias. Si nos fijamos en el ámbito religioso, debemos tener presente que un libro de tal amplitud como la Biblia presenta numerosas contradicciones en su contenido, a lo que habría que sumar los sesgos de interpretación en su lectura. ¿Podríamos afirmar entonces que la Biblia en sí misma es machista? ¿Puede acaso un libro ser machista?

Si diferenciamos la estructura de poder del Vaticano -como el entramado político que representa- de las Sagradas Escrituras, veremos que no hay contradicción alguna en entender la espiritualidad como un proceso interno del individuo y, por ello, una persona puede ser al mismo tiempo feminista y cristiana.

Las poco valoradas mujeres bíblicas

¿Por qué aparecen tantas mujeres en la Biblia si no se las valora? Este es el planteamiento del que, en el siglo XIX, partió Cady Stanton junto a un grupo de expertas, y que las llevó a leer la Biblia desde la crítica y la sospecha feminista. Elizabeth Cady Stanton participó en la Convención de Séneca Falls y a lo largo de su vida como activista en Estados Unidos defendió el derecho de las mujeres al voto, la independencia del marido, el derecho al divorcio y al control de la natalidad, si bien es cierto que estaba en contra del aborto.

La Biblia de la mujer fue el resultado de su ingente trabajo. En el equipo había helenistas y hebraístas, que se dedicaban a la traducción, mientras que otras especialistas revisaron la historia, los manuscritos antiguos y las últimas teorías sobre el texto sagrado. En conjunto, los comentarios fueron elaborados por un comité de treinta mujeres. Dos editores recogieron el trabajo y, por último, el volumen completo fue presentado a un comité consultivo para someterlo a juicio.

Para Phebe A. Hanaford, también autora de la obra, la Biblia no puede ser considerada un fetiche, ya que no tiene origen divino, sino humano. Así, su lectura será crítica y selectiva, eliminando aquello que vaya contra las mujeres y enfatizando lo que opere a su favor.

Casi 100 años despues, los estudios bíblicos feministas siguen en aumento. Elisabeth Schüssler Fiorenza es fundadora del Journal of Feminist Studies in Religion, y autoras de gran prestigio reajustan la lectura e interpretación de las lecturas sagradas. Athalya Brenner, con su obra “I Am . . .: Biblical Women Tell Their Own Stories”, Alice L. Laffey con “Wives, Harlots and Concubines: Old Testament in Feminist Perspective”, Lilian R. Klein con “From Deborah to Esther: Sexual Politics in the Hebrew Bible” son algunos de los ejemplos. Ya en lengua española tenemos a autoras como Fanny Rubio con su particular misticismo laico en el relato El dios dormido, donde cuenta a modo de monólogo la vivencia de María Magdalena.

Para terminar, recordemos cómo ya en el Antiguo Testamento se relata con normalidad la existencia de una jueza:

En aquel tiempo gobernaba a Israel Débora, profetisa, esposa de Lapidot. Ella solía sentarse debajo de la palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la región montañosa de Efraín. Y los hijos de Israel acudían a ella para juicio.

Jueces 4:4-5

 
¿Puede, pues, una católica ser feminista? El debate parece estar más vivo que nunca, incluso en estos tiempos de creciente laicidad..