NORMAS DE BELLEZA: ¿ELECCIÓN PERSONAL O IMPOSICIÓN SOCIAL?

NORMAS DE BELLEZA: ¿ELECCIÓN PERSONAL O IMPOSICIÓN SOCIAL?

Por Alejandra Neira, pedagoga especializada en igualdad e inclusión con perspectiva de género, con experiencia en proyectos coeducativos e intervención con mujeres en situación de violencia de género y/o en riesgo de exclusión social

Uno de los logros más notables del patriarcado es su habilidad para someter y controlar nuestros propios cuerpos. A lo largo de la historia, las cambiantes normas de belleza impuestas socialmente no solo han definido cómo debemos vernos, sino también qué cuerpos son considerados “válidos" y cuáles no. Esta presión constante para ajustarse a los cánones estéticos establecidos culturalmente conlleva la necesidad de modificar nuestros cuerpos, ya sea mediante la ropa que elegimos usar, el maquillaje, las operaciones estéticas u otras herramientas capitalizadas. Estas prácticas no solo buscan lucrarse a costa nuestra para alcanzar estándares irreales e inalcanzables, sino que también perpetúan un control sistemático y diario sobre nosotras.

La pregunta crucial que surge es: ¿Por qué no se alienta a valorar las diversidades y a aceptarnos tal como somos, en lugar de educarnos para encajar en ciertos cánones estéticos? Esta reflexión adquiere una relevancia especial en un contexto donde las estadísticas revelan un aumento notable en el número de intervenciones de cirugía estética. En España, se realizan más de 204.000 intervenciones al año (datos de 2022), siendo el 85% de estas intervenciones llevadas a cabo en mujeres. Entre las más demandadas se encuentran el aumento de pecho y las liposucciones.

En lugar de respetar la diversidad y promover la autoaceptación, se nos impulsa constantemente a modificar nuestros cuerpos para encajar en un molde predefinido de belleza. Esta presión puede manifestarse de diversas formas, desde someternos a operaciones quirúrgicas hasta recurrir a dietas extremas o invertir en productos cosméticos. Como resultado, las mujeres vivimos en un continuo estado de cuestionamiento de nuestro propio cuerpo. ¿Cómo podemos aceptarnos si hay una sociedad entera diciéndonos que está algo "mal" en nosotras? La lucha por la autoaceptación se convierte así en una batalla constante en la que nos enfrentamos a una cultura que nos dice que nunca seremos lo suficientemente buenas y  guapas tal y como somos.

 

El impacto de las redes sociales

Las redes sociales y otros medios de comunicación  desempeñan un papel crucial en la perpetuación y moldeamiento de estas conformaciones estéticas. Las campañas publicitarias son un claro ejemplo  de este reforzamiento, pues las mujeres que las protagonizan suelen entrar dentro de unos estándares de belleza en los que la gran mayoría de nosotras no nos sentimos representadas. Aunque, bien es cierto,  ha habido algunos cambios, se sigue perpetuando y normalizando una estética determinada, en muchos casos, a través de imágenes retocadas, ejerciendo una presión adicional sobre las mujeres para que se ajusten a estos estándares irreales.

Cabe señalar que hay diferentes activistas en redes sociales como nadie.hablara.de.nosotras, activistas gordas que luchan por mostrar una representación real y diversa en estos espacios. Sin embargo, son una minoría. Generalmente las redes sociales en lugar de ser un espacio de expresión y de diversidad, a menudo se convierten en una herramienta de control de nuestra autoestima, en muchas ocasiones incluso mostrando realidades falsas e inalcanzables debido al uso de Photoshop o de filtros de belleza.

La depilación, por otro lado, es una de las prácticas estéticas más extendidas y que generan controversia en nuestra sociedad. Se ha convertido en una norma cultural que dicta que ciertas partes del cuerpo deben estar libres de pelo, especialmente en las mujeres. Estas expectativas son impuestas desde edades tempranas, siendo diferente en los hombres. El pelo en ellos puede ser un símbolo de masculinidad, mientras que, por el contrario, en las mujeres se percibe como sucio y poco atractivo.

La depilación femenina va más allá de una mera cuestión estética: nos condiciona y se podría decir que es una imposición. ¿Quién no ha dicho alguna vez: "Me tengo que depilar para ir a la playa" o "Me tengo que depilar para este evento" o directamente  “Me tengo que depilar”? Es probable que muy pocas mujeres puedan afirmar no haberlo hecho nunca. Pero, ¿realmente elegimos nosotras depilarnos? La depilación en algunos casos no es una experiencia agradable, implica ceras calientes, irritación de la piel, tirones… 

Los cuerpos tienen pelos, estrías, poros y una amplia variedad de características únicas que los hacen ser cuerpos. Son nuestros compañeros de vida, el vehículo a través del cual experimentamos el mundo, sentimos emociones y vivimos nuestras experiencias más significativas. Solo cuando se empiecen a valorar todos ellos, sin jerarquizaciones ni sometimiento a presiones estéticas podremos construir un mundo más equitativo e inclusivo.

Las consecuencias de estos cánones de belleza impuestos pueden ser muchas, como los trastornos de la conducta alimentaria: https://perifericas.es/blogs/blog/trastornos-de-la-conducta-alimentaria-y-perspectiva-de-genero
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