MUJERES, GUERRA Y CONSTRUCCIÓN DE PAZ: DESAFIANDO ESTEREOTIPOS

MUJERES, GUERRA Y CONSTRUCCIÓN DE PAZ: DESAFIANDO ESTEREOTIPOS

Por Alejandra Neira, pedagoga especializada en igualdad e inclusión con perspectiva de género, con experiencia en proyectos coeducativos e intervención con mujeres en situación de violencia de género y/o en riesgo de exclusión social

Al reflexionar sobre la guerra y sus imágenes, es común que nos llegue a la mente una escena particular: hombres luchando, envueltos en uniformes de batalla. En contraste, cuando pensamos en las mujeres, es frecuente visualizarlas como víctimas, como seres que sufren los embates del conflicto bélico de manera especialmente grave, junto con las infancias. Esta representación arraigada en nuestro imaginario colectivo, moldeada por la repetición en los medios de comunicación y otros canales, no solo simplifica la complejidad de la experiencia humana en tiempos de conflicto bélico, sino que también perpetúa estereotipos arraigados.

Resulta intrigante que en estas plataformas se perpetúe únicamente la representación de las mujeres como "víctimas de guerra", desprovistas de agencia y poder de acción. Aunque es innegable que ellas experimentan directamente las secuelas de los conflictos bélicos, sería un error reducir su papel únicamente a este aspecto. ¿Acaso no han desempeñado roles diversos y de gran importancia dentro de este contexto?

La representación de las mujeres en la guerra ha sido restringida a estereotipos, limitando así su verdadera diversidad y complejidad de experiencias. Esta visión simplista no solo pasa por alto la riqueza de sus vivencias, sino que también menosprecia su notable capacidad de resistencia, fortaleza y liderazgo. Las mujeres no son simples observadoras pasivas de los horrores del conflicto; con frecuencia, desempeñan roles activos y significativos, incluida la labor de construir paces cotidianas e imperfectas en medio de la adversidad.

La participación de las mujeres en la construcción de la paz ha ido ganando visibilidad desde mediados del siglo XX, ejemplificada por una serie de movimientos y organizaciones. Entre ellos se encuentran las emblemáticas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina, la Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala (CONAVIGUA), la Coordinadora de Madres de El Salvador (COMADRES), y la inspiradora Ruta Pacífica de las Mujeres Colombianas. Estos ejemplos, junto con diversos grupos en Irlanda, Chipre, Liberia y Somalia, subrayan el impacto positivo y significativo que las mujeres tienen en la promoción de la paz y la resolución de conflictos a nivel mundial.

 

Una paz cotidiana e imperfecta

Siguiendo las aportaciones de Cándida Martínez López, investigadora y profesora en la Universidad de Granada, el concepto de "paz imperfecta" reconoce que la paz no es un estado absoluto, sino un proceso dinámico y en constante evolución. Se trata de alcanzar el máximo grado de paz posible dentro de las condiciones sociales y personales iniciales. Esta noción abarca situaciones donde los conflictos se gestionan de forma pacífica, y donde las personas y grupos priorizan satisfacer las necesidades de todas ellas. La paz imperfecta coexiste con los conflictos y formas de violencia, enfatizando la importancia de las "paces cotidianas": relaciones en el día a día que fortalecen la cohesión social y la resolución pacífica de los conflictos.

En su esencia, la paz imperfecta es un proceso en curso que busca mejorar las relaciones humanas y reducir la violencia, reconociendo la complejidad y la realidad de los contextos en los que se desarrolla. Es relevante destacar que los valores asociados a esta forma de paz, como el cuidado, la promoción de vínculos interpersonales, la empatía y la escucha activa, suelen ser considerados propios de las personas que han sido socializadas como mujeres.

Según las contribuciones de Alba Martínez, es fundamental no esencializar estas labores ni sugerir que únicamente las mujeres deben asumir la responsabilidad de construir estas paces cotidianas e imperfectas. Más bien, se busca desgeneralizarlas y promover que todas las personas loa fomenten activamente. En otras palabras, se busca una responsabilidad social compartida en la promoción de estos principios fundamentales para el bienestar colectivo.

Las milicianas kurdas son un claro ejemplo del papel activo de las mujeres en los contextos bélicos: https://perifericas.es/blogs/blog/la-doble-lucha-de-las-mujeres-en-las-milicias-kurdas
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