NECESITAMOS RESCATAR NUESTRA MEMORIA FEMINISTA

NECESITAMOS RESCATAR NUESTRA MEMORIA FEMINISTA

Por Gloria Flores Rubiales, graduada en Traducción e Interpretación, Máster en género  e igualdad y doctoranda en Lenguas Modernas y Filologías

Las reivindicaciones feministas expuestas a lo largo de la historia, como el derecho a la educación, la lucha contra la violencia de género, la conciliación familiar y laboral, la abolición de la prostitución o la presencia de las mujeres en los espacios públicos, siguen estando presentes en los discursos de un movimiento plural que lucha contra una realidad de índole patriarcal que oprime a la mitad de la población mundial.

La lucha de las mujeres tiene historia y tradición propia, y por tanto, se hace necesario valorar la importancia del pensamiento feminista para entender que las legitimaciones presentes están fundadas en el pasado. Asimismo, el referente común a todas las mujeres en las sociedades actuales se puede encontrar en el reconocimiento de una genealogía compartida y de una memoria colectiva. En cierto modo, el pasado sigue estando presente, es el que ha construido lo que vivimos ahora, así que necesitamos buscar en este pasado, conocer las raíces más profundas del pensamiento feminista para enfrentarnos al análisis de las desigualdades de género en el panorama contemporáneo. Necesitamos rescatar nuestra memoria, que parece haber sido olvidada.



La importancia de crear una genealogía propia

El género, en su carácter esencialmente construido como producto sociocultural y no natural, aparece en este contexto como una herramienta clave para llevar a cabo una revisión de la realidad y de sus estructuras, por ejemplo, en clave histórica y cultural, con la intención de recuperar la lucidez de una oscura memoria colectiva de quienes han estado excluidas, es decir, las mujeres. Esta herramienta nos ayuda no solo a revisar la realidad, sino también a reconstruir la historia y a realizar un análisis de las condiciones de existencia y del conocimiento producido. La recuperación y reconstrucción históricas del pensamiento para los movimientos feministas desde la perspectiva de género son entonces fundamentales para reforzar las bases de todas y cada una de las corrientes como las conocemos hoy en día.

En el caso del feminismo en Europa, su origen como movimiento (político-social) emancipatorio para la liberación de las mujeres se sitúa generalmente a finales del siglo XVIII, pero a pesar de que su nacimiento se remonte a la época ilustrada, ya en los períodos históricos anteriores al siglo XVIII existió una profunda y evidente creación de pensamiento, por un lado. Y, por otro lado, el feminismo se ha ido forjando a lo largo del tiempo gracias a las acciones y aportaciones de numerosas mujeres que nos ayudan a añadir nuevos nombres a su genealogía. Entre ellas, encontramos, por ejemplo, un gran número de políticas, activistas, científicas, artistas, escritoras y pensadoras que han sido modelos de inspiración para el feminismo moderno.

Al mismo tiempo, podemos rescatar una magnífica lista de nombres de mujeres que representan un panorama más extenso, con todo tipo de convicciones, orígenes, clases o etnias. Es por ello por lo que el feminismo no se puede entender como un movimiento único, ni estático. El feminismo no está conformado por una serie de ideas cerradas, sino que son muchas las corrientes y los espacios-tiempos en los que las mujeres, de manera más práctica o teórica, han mostrado su descontento ante el patriarcado y han reivindicado una situación diferente. Por ello, convendría hablar de feminismos siempre en plural.

Celia Amorós afirma en su obra Feminismo y filosofía (2000) que no hay un pensamiento nómada ni perdido, sino que hay una historia detrás que reivindicar. En consecuencia, aunque los momentos de acción política por parte de los movimientos feministas son de gran importancia, van de la mano de la reflexión teórica, y no podemos olvidar tampoco todo el período de luchas que precede a la Ilustración, porque el pensamiento, la historia, la memoria, la genealogía son asimismo nuestras formas de legitimación.

 

La filóloga Teresa Meana considera que el lenguaje es una herramienta clave para nombrar a las mujeres y recuperar su memoria: https://perifericas.es/blogs/blog/si-el-lenguaje-nombrase-a-las-mujeres-con-todas-sus-diferencias-ese-dia-cambiaria-la-realidad
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