Por Ari, jurista de formación con estudios en criminología y violencias machistas y feminista por vocación. Puedes contactar con ella en pokerdereinas@yahoo.es
«¿A qué huelen las cosas que no huelen?». «Hola, soy tu menstruación». Chicas boca abajo o haciendo piruetas como si no hubiera un mañana y un líquido azul.
La mitad de la población, durante gran parte de nuestras vidas y una vez al mes, tenemos la regla y la publicidad aún no se ha enterado de qué va. Ni son días llenos de luz y color pastel, ni la sangre es azul, como no lo es ningún otro flujo o líquido que salga de un cuerpo. No entiendo que equiparen la orina de un bebé a la sangre menstrual. ¿Nos infantilizan?
Las protagonistas de estos anuncios suelen ser chicas que han dejado de ser sujetos para ser objetos decorativos y convencernos de que su producto es el mejor. Encontramos que «usan» a una chica joven (factor atractivo), con ropa sexy (factor sexual) y, aunque, no esté explícito, se presume que es de clase media (factor socioeconómico). Para las agencias publicitarias, pasamos de las compresas para la regla a las compresas para la pérdida de orina. Ni adolescencia ni adultez.
La regla, la premenopausia y menopausia son temas tabúes. Diferente es, no obstante, cuando en edad adulta estamos embarazadas y tenemos almorranas, pies y tobillos hinchados, cansadas, con dolor y demacradas. Ahí sí estamos estupendas, maravillosas e increíbles, al igual que después de parir. Por otro lado, el rol de madre en sus dos vertientes. Mamá versión mala que tiene que dejar la casa por una oportunidad laboral (recordad al padre comprensivo y sobrepasado por la situación). Mami versión buena que deja que su hijo deje Derecho para dedicarse a la música, eso sí, previa aceptación del padre.
Cuando hay protagonistas adultas, el requisito imprescindible es ser famosa, como Rosy de Palma, Amaia Salamanca o Belén Cuesta. El diálogo y naturalidad de estos anuncios brilla por su ausencia.
El factor sexual está representado en su máximo esplendor con pantalón corto, top ajustado, y colores claros o blanco, que simbolizan la pureza. Yo prefiero vestir más oscura, «por si acaso mancho», todo un clásico. Además, tengo las tetas hinchadas, por tanto, lo ajustado me resulta incómodo. Ah, soy de las que tienen bragas de cuello vuelto, únicas y exclusivas para «cuando estoy en esos días». Otro clásico, ¿no?
El factor socioeconómico adquiere una dimensión que sobresale de la pantalla. Aunque no sepamos a qué se dedican, ni lo que ganan estas protagonistas, podemos deducir, por su vestimenta o la actividad que van a desarrollar (normalmente ir a la playa o de fiesta, cosa que también suele apetecer mucho mientras estás reglosa), que poseen una economía desahogada y, en este punto, el anuncio sí acierta. No olvidemos que las compresas y tampones se gravan con un 10%, el mismo gravamen que ir a tomar una birra, ir al ver el fútbol o una corrida de toros, cuya sangre no da asco. Me pregunto por qué una sangre da asco, aunque se vea en la tele, y la otra, que se ve en vivo y en directo, no. La diferencia es que estas últimas actividades son optativas y para un público de hombres.
La ausencia de una publicidad realista
No he visto anuncios sobre la copa menstrual, la cual se está abriendo paso en el mercado. Creo que la industria de compresas y tampones debería replantearse si no es hora de hablar más de las características del producto, pero sin tacharnos de tontas (insisto, ninguna compresa o tampón quitan el dolor o hacen sentir unas ganas increíbles de hacer el pino).
Asimismo, recuerdo un anuncio británico que mostraba sangre de regla bajo el lema «Blood normal» (sangre normal). Recibió 600 quejas de televidentes que alegaron que no querían ver fluidos corporales en televisión. Y, entiendo que ninguna de estas personas será consumidora de cine porno, ni verán ninguna película o serie de acción, de misterio, etc. En definitiva, ni CSI, ni Bruce Willis tienen hueco en los hogares británicos. Por otro lado, el horario. La respuesta de la administración fue tajante, pues no se viola ningún código ético, ni debe emitirse en un horario restringido, ya que no hay imágenes, ni lenguaje negativo. Me encantaría ver un anuncio así, aquí. Me imagino las reacciones: «Qué asco, sangre de regla, no es necesario, ya sabemos cómo es». También sabemos cómo es el «edredoning» y esperamos a que llegue el día de emisión como agua de mayo. El morbo y el cotilleo pueden más que naturalizar algo tan normal como la regla.
La televisión es un potente comunicador que debería revisar el papel de las mujeres, el cual no puede reducirse al de un personaje sexualizado, infantilizado e idiotizado. Aunque soy parte del nicho de mercado de estos anuncios, no me identifico. Al revés, me generan una rabia considerable, pues perjudican la imagen de la mujer, fomentan estereotipos y no ayudan a naturalizar algo tan natural como es nuestra regla.
(El tachón es una metáfora de aquello que incomoda y, por tanto, no se nombra y, si no se nombra, ¿existe?)
La mirada de las mujeres, muchas veces ignorada, es fundamental para comprender la historia que nos han contado. Por eso te recomendamos nuestro curso sobre comunicar la historia con perspectiva de género: https://perifericas.es/collections/cursos/products/comunicar-la-historia-con-perspectiva-de-genero-didactica-investigacion-y-divulgacion