LA CORRESPONSABILIDAD TAMBIÉN ES UNA CUESTIÓN AMOROSA

LA CORRESPONSABILIDAD TAMBIÉN ES UNA CUESTIÓN AMOROSA

Por Rebeca Pérez Pico, licenciada en Sociología y experta en estudios de género por la Universidad de Vigo. Técnica de igualdad y "feminista en desarrollo"

Como feminista, a veces me debato sobre el amor romántico, sobre mi forma de amar y querer ser amada… Obvia y tristemente, es la manera tradicional, la que conocemos y hemos aprendido tanto a través de la cultura popular (cine, literatura…), como de las parejas a nuestro alrededor. Lo que no sabemos es cómo conseguir que esa sensación de estar haciendo algo mal pero no saber cambiarlo desaparezca. Lo que a veces nos resulta imposible de vislumbrar es esa otra vía, la forma libre, honesta y desembarazada de los prejuicios estereotípicos y patriarcales que nos han enseñado a ser sumisas en la relación, a ceder nuestro tiempo y nuestro espacio para hacer que la otra persona se sienta “realmente amada”, pero… ¿acaso cuando amamos tenemos en cuenta ese tan manido mantra actual del feminismo que nos dice que, para amar sano, tenemos que amarnos primero a nosotras mismas? O, a lo mejor, entendiéndolo y aceptándolo, pero ateniéndome a las consecuencias, ¿debería ser capaz de seguir adelante sin flagelarme?… Si es aprehendido y aprendido, pero soy consciente de ello aunque no lo modifique, ¿tampoco debería darle más importancia, verdad?

Sin embargo, cuando ponemos a nuestr@s compañer@s, sus necesidades y gustos por delante… ¿no le estamos fallando a nuestro yo feminista en el centro de la cuestión? Una conversación con una amiga lesbiana me hizo ver que a veces no se trata tanto de feminismo como de maneras de relacionarnos: ella afirma que “si lo piensas bien, eres así o asá con todo el mundo… adoptas, en los roles que interpretas con las demás personas y en tu interactuación diaria con ellas, una posición más sumisa o más controladora”.

Pero, reflexionando sobre ello, me doy cuenta de que en mi caso eso también es aprendido y además el estereotipo femenino por excelencia: la cuidadora que se deja querer pero que ama apasionadamente. El equilibrio es difícil. Tienes que aprender a convivir contigo misma, con esos sentimientos enfrentados, con tus ganas de ser libre y querer de manera sana y tu incapacidad para obviar los celos, la dependencia y el miedo a perder a la persona amada…

 

El amor como "carretera de dos vías"

¿Qué hacemos? ¿Cómo lo modificamos? Pues, he aquí la cuestión, señoras y señores: la única solución posible es que sea una carretera de dos vías. ¿A qué me refiero con esto? Pues a que, sí, efectivamente, está en tus manos, pero también hay una parte muy importante que reposa en las de tu compañero (o compañera, porque, amiga lesbiana, amigo gay, siento decírtelo pero a ti también te mueve los hilos relacionales el patriarcado). Si la persona a la que amas así no estuviese tan cómoda en esa posición y se replantease las consecuencias que esas actitudes vuestras tienen para el compromiso y el proyecto común, quizá empezaría a cederte un poco de espacio, a pensar más en ti y en tus necesidades. Poco a poco, pues estamos ante una carrera de fondo que aboga por fertilizar desde el entendimiento y la empatía una relación sana y de respeto mutuo, que se centra en desaprender las costumbres patriarcales y que, en definitiva, se tiene que focalizar en encontrarse a medio camino.

La parte de la pareja consciente de las debilidades y necesidades de la otra parte de la pareja debe ser capaz tanto de corresponsabilizarse en su forma de amar como de empatizar con esa sensación de impotencia que, a veces, nos inunda cuando pensamos en que estamos siendo totalmente infieles a nuestros principios feministas simplemente por amar y ser amadas.

Yo quiero seguir amando, pero no quiero sentir que traiciono a la feminista que llevo dentro. Yo quiero amar de manera libre y confiada, buscar mi espacio dentro de la relación y en el mundo sin tener que cedérselo a mi pareja. Pero, sobre todo, yo quiero que mi pareja entienda que no debería tener que sacrificar una parte de mí misma para poder seguir amándole/la, del mismo modo que él/ella no la está sacrificando cuando se deja amar.

¿La clave? Yo no la tengo, pero estoy segura de que reside en la comunicación. Abre el debate internamente, contigo misma, pero apóyate también en las experiencias y sentimientos tanto de tu pareja como de otras personas y, con suerte, desaprenderéis juntas.

 

Trabajar la independencia emocional es clave para conseguir relaciones amorosas sanas: https://perifericas.es/blogs/blog/la-autonomia-emocional-de-las-mujeres
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2 comentarios

Hola María, gracias por tu comentario. Has reflejado muy bien la disyuntiva entre amor romántico y compromiso feminista y la necesidad de buscar un equilibrio que nos permita amar sin dejar de empoderarnos. Un abrazo.

Escuela PeriFéricas

Yo llevo más de 2 años sin pareja estable y a veces he sentido que traicionaba mi parte feminista por tener ganas de tener pareja. Reflexionando sobre ello me he dado cuenta de lo importante es la manera en la que se desarrolle ese amor de pareja, que comportamientos asumimos cada parte, que rol tenemos cada unx en la relación y de que forma la vivimos. Creo fundamental que el primer amor que debe existir en el amor en pareja es el amor propio, a partir de ahí sabremos definir y delimitar nuestros espacios y momentos y sabremos que dar y qué queremos recibir a/de nuestra pareja, que tenemos que ser consciente siempre de lo que valoramos en una relación, de lo que necesitamos de ella sin desconectar de nosotras mismas y de esa forma no dejaremos de ser feministas por el hecho de querer ser y sentirnos amadas, y nos sentiremos en armonía con nosotras mismas.

maría bellido

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