LA AUTONOMÍA EMOCIONAL DE LAS MUJERES

LA AUTONOMÍA EMOCIONAL DE LAS MUJERES

Por Isabel Zanónpsicoterapeuta feminista y creadora de contenidos. Activista y voluntaria en el campo de la violencia de género, ha trabajado también con mujeres inmigrantes y demandantes de asilo y en espacios de igualdad. Puedes seguir su trabajo en la web https://www.isabelzanon.es/

Las mujeres hemos conseguido grandes avances en cuanto a nuestras libertades y derechos a lo largo de tres siglos de movimiento feminista. Sin embargo, pareciera que la autonomía emocional sigue siendo nuestra asignatura pendiente, especialmente cuando nos enfocamos en el ámbito de la pareja. ¿Cómo es posible?

Hay que empezar comprendiendo que hombres y mujeres no partimos del mismo lugar, ya que las asimetrías de poder siguen en pie en nuestras sociedades patriarcales y esto se traslada a ese nivel tan íntimo como son las relaciones afectivo-sexuales.

Por otro lado, nuestro valor social como mujeres se sigue asociando en gran medida a nuestro estado a civil: a tener una pareja, a formar una familia heteronormativa y al cuidado de estas relaciones, siendo nuestra aparente misión vital la de conseguir que todo el mundo esté bien, mientras que el valor social o éxito de los hombres se mide fundamentalmente por su desempeño en el mundo laboral y su estatus económico. Aunque existe una presión social generalizada que empuja a las personas a emparejarse como sea (sobre todo a partir de ciertas edades o momentos vitales), nuestro estatus social decae en mayor medida que el de los hombres en caso de estar solteras.

La autonomía se nos dificulta también por algo llamado sincretismo de género, un concepto acuñado por Marcela Lagarde: se trata de ese conflicto interior por el que las mujeres actuales tenemos dentro una mujer tradicional que busca la dependencia y una mujer moderna que busca la autoafirmación y la realización personal, lo cual puede hacernos sentir bastante inestabilidad porque son dos fuerzas contrapuestas.

Tenemos de alguna manera esa contradicción interna, también en el amor, muy mediado por el modelo de amor romántico y por una estructura que nos socializa a las mujeres alrededor del Miedo: el miedo a quedarnos solas, a que nadie nos quiera, al abandono y al rechazo, al fracaso y a la soledad. Tenemos una relación difícil con la soledad, que muchas veces vivimos con desolación.

Al sentir tanto miedo a quedarnos solas, finalmente se nos dispara la tendencia a querer agradar, la llamada Ley del agrado, que nos tiene más predispuestas a acoplarnos y ser para los demás: esto no lleva a anteponer las necesidades ajenas a las nuestras, como una forma de asegurarnos de que la gente se quede aun a riesgo de maltratarnos y dejar de ser nosotras mismas y desoír nuestras necesidades. Hay que ver la cantidad de cosas que hacemos las mujeres (y las que no hacemos pero queremos hacer) debido a esta presión, ¿no crees?

Por otro lado, no debemos perder de vista las estructuras: una misma mujer que vive circunstancias distintas, no va a tener el mismo grado de autonomía emocional. Por ejemplo: si una mujer se muda al extranjero con su pareja, pero todavía no tiene empleo, no conoce el idioma, ni tiene red social, lo lógico es que empiece a depender en mayor medida de su compañero sentimental.

En definitiva, existen circunstancias del entorno que favorecen y otras que dificultan que interdependamos más y dependamos menos. Y no es culpa nuestra. 

Sin duda, los mitos del amor romántico también juegan un importante papel en todo esto: los interiorizamos casi de forma inconsciente, y afectan a cómo nos comportamos en las relaciones de pareja. Estos mitos afectan sobre todo a las mujeres (no hay más que ver la ficción que consumimos) y muchos de ellos romantizan la dependencia emocional, como sucede con el mito de la media naranja, que nos lleva a creer que solo hay un amor verdadero en esta vida y que por lo tanto nos dificulta huir de ciertas relaciones tóxicas o abusivas. 

 

Herramientas para fortalecer nuestra autonomía emocional

Una herramienta que resulta muy visual y clarificadora para empezar a trabajar nuestra autonomía emocional es la rueda de la vida, que parte de la realidad de que en nuestras trayectorias vitales existen diferentes facetas, en las que a menudo no sentimos el mismo grado de autonomía. Por ejemplo: yo puedo sentir que llevo más las riendas de mi vida en mi faceta familiar, quizá como hija, pero no en mi trabajo.

rueda de la vida

¿En qué áreas te notas menos autónoma? Puedes marcarlo en la rueda: un punto más cercano al centro del círculo cuanta menor autonomía percibida y un punto más cercano al borde cuanta mayor autonomía percibida. Al terminar, puedes unir todos los puntos y analizar el resultado. Existen algunas preguntas que te pueden ayudar a cubrirla: 

-Salud: ¿sueles enfermar? ¿Cómo de vital o enérgica te sientes? ¿Te notas cansada a menudo? ¿Tienes alguna condición médica que interfiera en tu día a día? ¿Haces ejercicio regularmente? ¿Descansas y comes de forma saludable? ¿Te haces revisiones médicas regularmente?

-Amistades: ¿Confías en tus amistades? ¿Sientes que te suman? ¿Dedicas tiempo y energía a estar con estas amistades?

-Familia: si piensas en tu círculo familiar más cercano, ¿estás teniendo una buena relación? ¿Decides libremente los contactos con esos familiares? ¿Te sientes bien, satisfecha?

-Desarrollo personal: ¿Sientes que evolucionas como persona? ¿Haces introspección de vez en cuando? ¿Buscas crecer?

-Diversión y ocio: ¿Haces cosas para distraerte y divertirte? ¿Te das espacio para hacer actividades de tu interés? ¿Antepones tus obligaciones o citas con otras personas?

-Relaciones de pareja: si no tienes pareja ¿Te sientes mal al pensar en ello? ¿Tienes tiempo para conocer potenciales parejas? Si tienes pareja, ¿sientes que te aporta, que te suma? ¿Negocias cómo quieres que sea tu relación? (actividades conjuntas y por separado, frecuencia de los encuentros, planes de futuro...)

-Finanzas y economía: ¿Sientes que tu economía va bien? ¿Has reflexionado sobre tu capacidad para ahorrar? ¿Se ajusta lo que ganas con lo que gastas? ¿Sientes que te administras para cubrir lo esencial y poder darte algún capricho de vez en cuando?

-Trabajo: ¿Te sientes bien en tu trabajo? ¿Te sientes realizada en él? ¿Tiene sentido para ti lo que haces en el trabajo? ¿Tu salario y tu horario se ajustan a tus necesidades?

 

Espero que este punto de partida te ayuda a ver por dónde puedes empezar  a sentirte un poquito más autónoma e interdependiente (y que dependa de ti).

 

Es fundamental deshechar ciertas conductas tradicionalmente consideradas "amor" que esconden en realidad modelos de relación profundamente tóxicos: https://perifericas.es/blogs/blog/parece-amor-pero-no-lo-es-el-amor-como-propiedad-en-la-sociedad-capitalista

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