Por Alejandra Neira, pedagoga especializada en igualdad e inclusión con perspectiva de género, con experiencia en proyectos coeducativos e intervención con mujeres en situación de violencia de género y/o en riesgo de exclusión social
Sin duda, las lecturas escogidas mensualmente en el club de lectura de la Comunidad PeriFéricas nos movilizan, nos hacen sentir y nos conmueven. La protagonista del pasado mes de junio fue la novela Las gratitudes, de la escritora francesa Delphine de Vigan. En esta obra, la utora nos narra la historia de Michka, una anciana que padece afasia, a través de las voces de Marie y Jérôme, quienes están unidos por su relación con la protagonista.
Lo que hace especial a esta novela es la profunda conexión emocional que se establece entre los personajes y el último deseo de Michka. Su mayor anhelo es encontrar al matrimonio que, durante los años de la ocupación alemana, la salvó de un destino terrible en un campo de exterminio, al acogerla y ocultarla en su casa. Michka nunca tuvo la oportunidad de reconocerles ese gesto y ahora, en sus últimos días, desea profundamente mostrarles su gratitud.
Esta obra nos lleva a reflexionar sobre la importancia de dar las gracias y sobre cómo, a veces, en la vorágine de la vida diaria, olvidamos reconocer a quienes han marcado nuestras vidas de manera significativa. ¿Cuántas veces damos las gracias al día? Seguramente no tantas o lo hacemos de manera rutinaria pero, ¿cuántas veces las damos de verdad?
Las gratitudes no es, pues, solo una novela; es una invitación a recordar y valorar a aquellas personas que han marcado una diferencia en nuestras vidas. Nos recuerda que nunca es tarde para dar las gracias. La obra nos revela diferentes aspectos sobre los cuales reflexionar, como la voz con la que nos vinculamos con las personas mayores: "Siempre acabo hablándole como si fuera una niña y se me rompe el corazón", se apunta en una de sus frases, surgiendo el interrogante de por qué infantilizamos a las personas mayores, despojándolas de su agencia, intereses, necesidades y deseos.
Debemos replantear cómo vemos a esas ancianas y ancianos y reconocer sus derechos, agradecer a nuestras abuelas, madres y todas aquellas que siguen siendo sujetos de derechos y cuyas acciones nos han permitido estar donde estamos hoy. ¿No debería ser la vejez una etapa de vida caracterizada por una alta calidad de vida y reconocimiento? Esta pregunta revela la necesidad de considerar y agradecer a las personas mayores, no solo por lo que han hecho, sino por quienes son y continúan siendo.
«Reímos, brindamos. Desfilan en nosotros los heridos, / Los lastimados; les debemos memoria y vida. Pues vivir / Es saber que todo instante de vida es un rayo de sol / En un mar de tinieblas, es saber ser agradecido.»
¿Qué hacer con aquello que se deja sin decir?
La novela de Delphine de Vigan plantea, en última instancia, una profunda reflexión: ¿Qué hacer con todo aquello que queda sin ser dicho? Quizás no existe una única respuesta a esta interrogante, pero sí un abanico de posibilidades que merecen ser exploradas.
En medio del silencio que a veces envuelve lo no dicho, encontramos un terreno para indagar sobre las emociones, sobre aquello para lo que no se encuentran palabras. ¿Qué significados se ocultan detrás de las palabras no pronunciadas? ¿Qué emociones, temores o expectativas yacen en el espacio entre lo dicho y lo callado? Nos movemos en el terreno de la complejidad de las emociones no expresadas, del que se dice y cómo se dice, donde las palabras no pronunciadas a menudo se convierten en cargas emocionales.
En la obra resuena la siguiente idea: el silencio puede ser poderoso, pero también puede convertirse en un obstáculo para la conexión y la sanación emocional. En ocasiones se puede pensar que se tendrá tiempo para decir las cosas, pero algunas veces ya es demasiado tarde. Una forma pueden ser las muestras de cariño, los gestos, pero la verdad es que, en muchas ocasiones, es necesario verbalizar esa “gratitud” a través de las palabras.
“Uno piensa que tendrá tiempo de decir las cosas, y cuando se quiere dar cuenta ya es demasiado tarde. Uno piensa que basta con dar muestras de cariño, con hacer gestos, pero no es verdad, hay que decir lo que se siente”.
Si deseas compartir obras y reflexiones como estas, te invitamos a unirte al club de lectura de la Comunidad PeriFéricas, donde cada mes exploramos juntas títulos seleccionados de manera colectiva para reflexionar sobre sus mensajes y compartir de manera abierta nuestros pensamientos y experiencias sobre ellos: https://perifericas.es/pages/comunidad-perifericas