Por Georgiana Livia Cruceanu, socióloga en proceso de especialización en metodología de la investigación en ciencias sociales y en investigación aplicada en estudios feministas, de género y ciudadanía.
Disidencias en el cuerpo: perspectivas feministas (Editorial Ménades, 2019) reúne siete ensayos sobre distintas realidades que vivimos/sufrimos las mujeres y nuestros cuerpos.
Catalina Aparicio Villalonga, profesora de secundaria y Doctora en Filosofía, muestra en la obra las sutiles maniobras de la cirugía estética, que se sustenta en inseguridades y frustraciones y a menudo muestra el paso de una necesidad por motivos de salud a un acto de desesperación en busca de la felicidad (consecuencia directa de la belleza, o eso parece). Invita a reflexionar sobre las
opiniones sociales en torno a las tetas; sobre cómo la maternidad las transforma y cómo este cambio ha de ser motivo de orgullo y no de vergüenza. También pone en evidencia cómo el paso del tiempo supone para las mujeres una lucha contra los signos de la vejez mientras que a los hombres no les impide perder ni un ápice de su atractivo sexual. La autora concluye que la cirugía estética comercial no tiene límites, y pone como ejemplo la vaginoplastia y cómo surge una necesidad de modificar el tamaño de la vagina, reconstruir el himen, reducir el tamaño del clítoris, aumentar el punto G….Es decir, todo lo que haga falta para poseer un aspecto joven.
Marta Pérez Arias, socióloga y máster en Estudios de Mujeres y de Género, se presenta como feminista aguafiestas, políticamente (in)correcta y activista. Ella es otra de las autoras que podemos encontrar en esta obra. Reconoce sus privilegios y se posiciona para dejar claro desde dónde observa, reflexiona y teoriza sobre la ansiedad, más concretamente, dentro de una estructura de poder occidental como es la institución académica. Ya en un artículo anterior de este blog se reflexionaba sobre la producción de conocimiento científico
en la era digital, donde el ritmo acelerado supone distraerse de aspectos éticos y el des-cuidar a las personas implicadas, ya sean las que entrevistamos, por ejemplo, o la propia investigadora.
A todas estas reflexiones Marta Pérez Arias añade el hecho de que “Las políticas académicas neoliberales occidentales se hallan íntimamente relacionadas con la reproducción de dinámicas de poder y discriminación como el racismo, el sexismo o el privilegio, entre otras muchas” (página 28). Además, reflexiona sobre cómo la ansiedad en la vida académica es causa del miedo
a no alcanzar el éxito, puesto que el éxito femenino ha sido medido bajo la
atenta mirada de los estándares patriarcales”. Además, la autora recupera el término “respiración de combate” del filósofo Frantz Fanon para proponerlo como mecanismo de resistencia feminista (y lucha política individual) contra las estructuras de poder.
El siguiente autor, Miguel Vagalume, terapeuta sexual y de pareja, actividad por las sexualidades y relaciones no convencionales, dedica su ensayo a la sexualidad humana y lo titula “La frontera está en el cuerpo”. Propone releer a Freud porque su obra sigue siendo de referencia a pesar del enfoque limitante e invita también a descubrir a Havelock Ellis, cuyas contribuciones han ampliado las ideas freudianas originales. Vagalume reflexiona sobre la resistencia al cambio, a reconocer la realidad y los hechos que siempre han estado ahí, la sexualidad no convencional que ha sido dejada de lado hasta comienzos del siglo XX.
Dice Vagalume que el cuerpo es el campo de batalla, y al hilo de sus palabras escribe Rosa María García una lectura introductoria a la obra de Judith Butler, apoyándose en textos y autores/as clásicas fundamentales para corregir las malas interpretaciones, o no del todo acertadas, sobre las tesis de Butler.
Silvia Agüero titula su ensayo “Violencia etnoobstétrica antigitana” y lo define com la interseccionalidad de opresiones racistas antigitanas (antigitanismo) y machistas que el sistema capitalista ejerce sobre los cuerpos de las mujeres gitanas, desde edades tempranas, aproximadamente desde la primera menarca hasta la menopausia. Agüero analiza con mucho acierto los conceptos, legislaciones y estereotipos que construyen el imaginario social de la mujer gitana en el que se basan las malas praxis institucionales y pone como ejemplo la esterilización coercitiva.
Rosa Cobo, por su parte, aborda los cuerpos de las mujeres como mercancías de la prostitución desde la perspectiva del neoliberalismo sexual. En este punto, se recomienda su lectura conociendo su posicionamiento, en este caso abolicionista.
Finalmente, la obra que estamos comentando incluye una entrevista realizada por Lucía Asué Mbomio Rubio a Mayra Santos-Febres, en la que se intenta poner de manifiesto cómo el feminismo es tanto una teoría como una praxis, que implica un compromiso y no se limita a describir una realidad, en este caso las incomprensiones, desigualdades y violencias que sufren los cuerpos de las mujeres, sino a proponer, desde diferentes enfoques, reflexionar, repensar y reconstruir.
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