Por Carmen Frutos Aragón, graduada en ciencia política y administración publica, máster en estudios interdisciplinares de género y en prevención de maltrato y violencia de género
El cine, como todos los demás artes, ha sido atravesado por el patriarcado de diversas maneras. Uno de los ejemplos más evidentes de ello es que podemos observar cómo las narrativas cinematográficas han estado dominadas tradicionalmente por personajes masculinos, con sus tramas centradas en los hombres.
De esto también se dio cuenta Alison Bechdel, una historietista estadounidense, quien fue consciente de tal desigualdad leyendo uno de los ensayos más famosos del feminismo, Una habitación propia (1929), donde Virginia Woolf criticaba que en la mayor parte de la literatura de ficción, la presencia de un personaje femenino se debía solamente a su vínculo con un personaje masculino, y la relevancia y trama del personaje femenino derivaba de este vínculo.
“Todas estas relaciones entre mujeres, pensaba, y evoca rápidamente la espléndida galería de mujeres ficticias, son demasiado simples. (...) E intenté recordar algún caso en el curso de mis lecturas donde dos mujeres estuvieran representadas como amigas. (...) Ellas son ahora, y lo fueron entonces, madres e hijas. Casi sin excepción se les muestra debido a la relación que tienen con los hombres. Era extraño pensar que todas las grandes mujeres de ficción fueran, hasta el día de Jane Austen, vistas no sólo desde el otro sexo, sino también únicamente en su relación con el otro sexo. Y qué pequeña es esa parte en la vida de una mujer...”.
Inspirada por ello, Alison Bechdel publicó en 1985 Unas lesbianas de cuidado, donde incluía en una tira cómica un pequeño test apodado “The Rule”. En esta tira cómica uno de los personajes afirma que ella solo acepta ver una película si cumple con los siguientes requisitos:
- Aparecen al menos dos personajes femeninos
- Estos personajes hablan una con la otra en algún momento
- Esta conversación trata de algo distinto a un hombre (esta regla no se limita únicamente al plano romántico).
Posteriormente, se creó una variante que incluía en este test que los personajes femeninos debían tener nombre propio y la conversación entre los personajes femeninos debía ir más allá que un intercambio de palabras, es decir, su conversación debía de tener peso en la trama.
Lo que fue en un inicio un pequeño chiste de una tira cómica apareció años después como una reivindicación, ya que a pesar de su aparente simplicidad la mayoría de las películas de ficción no logran pasar esta prueba. Así se acuñó el nombre de Test de Bechdel o Test de Bechdel-Wallace, ya que la autora reconoció que la idea de la viñeta había surgido de su amiga Liz Wallace.
Ejemplos a no imitar
Pasando el filtro del test de Bechdel podemos citar algunas de las múltiples películas que no lo pasarían, entre las que se incluyen cintas enormemente populares e incluso clásicas en la historia del cine:
- Desayuno con diamantes
- El señor de los anillos
- Piratas del Caribe
- Misión imposible
- Avatar
- Sin novedad en el frente
- Oppenheimer
- Toy story
- Lara croft: Tomb Raider
El test de Bechdel puso sobre la mesa el debate sobre la falta de representación y profundidad de los personajes femeninos en muchas obras de ficción, pero también sobre la representación de género en la cultura pop en general, incluidos los libros, la televisión y los videojuegos.
A medida que la sociedad avanza hacia una mayor conciencia de la igualdad de género y la inclusión, esta prueba simple pero poderosa se ha convertido en un punto de referencia importante para evaluar cómo las mujeres son tratadas en la narrativa y cómo las obras de ficción pueden desafiar y subvertir las convenciones tradicionales.
Es importante recalcar el hecho de que este test no es científico ni exhaustivo, pero lo interesante de él es su sencillez. Pasar o no el test no es indicador de que la película sea inclusiva, feminista o que las mujeres estén bien representadas, de igual manera que el hecho de que una película no supere la prueba no significa exactamente que no pueda tener una narrativa inclusiva.
Lo importante de esta prueba es que es un indicador de la presencia o ausencia de las mujeres en la ficción y sirve como llamada de atención de la desigualdad de la representación de género en el cine y la televisión, ofreciendo así una visión sesgada, incorrecta e injusta del mundo. Y es que las obras que consumimos, innegablemente, condicionan la manera en la que percibimos la realidad.
Si quieres ahondar más en la representación femenina en las películas de Hollywood y sus estereotipos, te invitamos a leer el siguiente artículo: https://perifericas.es/blogs/blog/quienes-eran-las-chicas-buenas-en-hollywood