EL SÍNDROME DE LA IMPOSTORA, UN LASTRE PARA EL TALENTO FEMENINO

EL SÍNDROME DE LA IMPOSTORA, UN LASTRE PARA EL TALENTO FEMENINO

Por Mirian del Olmo, trabajadora social especialista en mediación y Máster en igualdad de género. Intérprete en lengua de signos y apasionada de la accesibilidad

¿Por qué tanto miedo e inseguridad a la hora de posicionarte como experta de, especialista en, profesional cualificada de…? ¿Por qué? Porque la estructura social nos condiciona también en esto.

Llevo estudiando toda mi vida, con más o menos intensidad, más vinculada o menos a la formación reglada, pero aquello de la “evaluación continua” caló en mi vida para quedarse. Por supuesto la mayor evaluadora, la más rígida, exigente y juiciosa para conmigo misma, ¿lo adivinas? Sí, efectivamente soy yo.

Cuando escuché hablar por primera vez del concepto “knowmad”, me di cuenta de que esa idea de persona profundamente motivada para aprender continuamente habla de mí, me representa totalmente. No he parado de estudiar, de formarme, de investigar, de moverme. Una amiga se autodefinió como “empollona por naturaleza” y yo también me siento así.

Con tanta información, con tanto estudio, ¿qué pasa para que luego a la hora de hacer una ponencia me cueste situarme como oradora? ¿Qué pasa que cuando hay que explicar algo sobre lo que estoy requeteinformada me cuesta dar mi punto de vista sobre el tema? ¿Por qué no salgo más veces como voluntaria en cualquier formación? ¿Por qué no levanto más la mano en clase? Te suena, claro que sí. Pues pasa que no estoy sola en esta incertidumbre que me reconcome y esta vergüenza que me asalta al sentirme expuesta y como posible diana de críticas destructivas.

Efectivamente, querida compañera, me acompaña el Síndrome de la Impostora en todo pasito adelante que me atrevo a dar en mi vida profesional. La falta de un autoconcepto objetivo, la autoestima mermada, la carencia de confianza, la inseguridad desproporcionada o el atribuir nuestros “sobresalientes” al factor suerte o minimizarlos son objetos y síntomas de este fenómeno psicosocial que afecta especialmente a las mujeres.

La minimización de mis logros académicos o mi trayectoria laboral, mi silencio en asambleas o mi falta de posicionamiento en debates son algunos de los lastres que en forma de mutismo ponen de manifiesto este síndrome en mi interactuación socioeducativa y profesional. De hecho, el escribir en primera persona, el sentirme expuesta de este modo, es todo un pulso que me/le estoy echando, veremos a ver por dónde sale.

 

Probar para ver qué pasa

Llevamos tanto tiempo en la sombra, tanto tiempo relegadas, tanto tiempo con demasiadas cargas, sobrecargas y metacargas de género que la infravaloración se nos presenta continuamente y hace mella en nosotras. Vamos a salir con nuestra opinión por delante. Vamos a ventilar nuestra forma de pensar y de hacer las cosas. Vamos a escucharnos desde el reconocimiento comenzando por nosotras mismas. ¿Qué pasaría si un día nos permitiéramos opinar sobre todo lo que pensamos sin que nadie nos juzgara, incluidas nosotras mismas? Un día sin miedo nos ayudaría a afrontar un mañana con un síndrome de la impostora más pequeñito y a ver qué pasa porque algo pasa.

Sería estupendo probar, sería estupendo que leyera y releyera este texto y me permitiera que lo leyeras. Sería estupendo que, si lo estás leyendo, te aportara un poso de valentía para que levantaras la mano en tu próxima clase, para que dieras tu opinión en tu próxima reunión de equipo, para que tomaras la iniciativa en tu próxima asamblea. A ver qué pasa.

Y termino con una recomendación: si quieres saber más sobre este Síndrome tienes el libro de El síndrome de la impostora ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas? de Elisabeth Cadoche y Anne de Montarlot, traducido por María Eugenia Santa Coloma en la Editorial Península.  Además, las ganadoras de dos premios Ondas por su podcast “Deforme semanal, ideal total”, Isabel Calderón y Lucía Lijtmaer, también hablan sobre este síndrome en “La Paz” y en otros programas como uno de sus temas recurrentes.

Así que, como le digo a mi sobrina Andrea, “El mundo es tuyo, que nadie te diga lo contrario, ni siquiera tú”.

 

Las redes sociales se han convertido en una plataforma para que muchas mujeres desarrollen su talento y proyectos de emprendiemiento superando las barreras que les impone la sociedad tradicionalmente: https://perifericas.es/blogs/blog/las-redes-sociales-como-plataforma-para-el-emprendimiento-femenino

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