Por María Camacho Gavilán, graduada en Pedagogía y estudiante del Máster en Igualdad y políticas de Género de la Universidad de Valencia
En muchas culturas, el beso social se utiliza como forma de saludo. De ahí que algunas madres y padres obliguen a sus hijas e hijos a socializar bajo esta norma. Este hecho es entendido como un ritual en el que la comodidad y la dignidad de la pequeña o pequeño es algo secundario.
Para las niñas y los niños en edades tempranas un beso está asociado a mostrar cariño y amor. Normalmente, besan a su familia más cercana, hermanas, hermanos o abuelas y abuelos como un acto espontáneo para expresar amor. Por lo tanto, ante una persona desconocida, esta acción puede generarles incomodidad e incluso se pueden negar a realizarla. El proceso de crecimiento en la infancia parte del aprendizaje de conocer y establecer límites, lo que también guarda relación con el establecimiento de límites afectivos.
Erróneamente se considera que, al negarse la menor de edad o el menor de edad al beso, muestran falta de educación o valores. Lo cierto es que existen otras maneras de mostrar educación, como saludar al llegar, estrechar la mano, dar una palmada en la espalda o incluso mostrar una sonrisa.
¿Qué sucede cuando obligamos a una niña o niño a besar a la fuerza?
Es importante no obligar a las niñas y niños a dar besos, ya que este gesto aparentemente tan simple puede volverles más vulnerables. La población infantil puede asumir una actitud muy complaciente al demostrar educación que les puede exponer a una situación de acoso o abuso.
Según el estudio Ocultos a la luz, informe estadístico de UNICEF, unos 120 millones de niñas de todo el mundo (algo más de una de cada 10) han sido víctimas de relaciones sexuales forzadas y otras agresiones sexuales en algún momento de sus vidas. Este análisis también nos proporciona los siguientes datos relevantes: en la gran mayoría de los casos, los responsables de la violencia sexual contra las niñas son los cónyuges, novios o parejas íntimas presentes o pasados. En Bolivia, Guatemala, Kenya, la República de Moldavia, República Dominicana, Tanzania y Uganda, una considerable proporción de niñas afirmó haber sido víctima de agresiones sexuales por parte de amigos y conocidos.
Esta información nos da a entender, en primer lugar, que las mujeres son más vulnerables a sufrir situaciones de acoso, incluso en la infancia. En segundo lugar, que estos abusos son propiciados por personas cercanas a su propio vínculo familiar y pueden darse como resultado de querer demostrar afecto.
Otro problema que puede surgir forzándoles a besar es que se les puede transmitir la idea de que su cuerpo no les pertenece. Es importante enseñarles que ellas y ellos tienen el control sobre su propio cuerpo, pues de lo contrario, pueden volverse más complacientes y pasivos. Si las niñas y niños no aprenden a elegir si negarse o no al contacto físico con otras personas y a diferenciar qué tipo de contacto físico es bueno desde temprana edad, pueden desarrollar la idea de que mostrar cariño a extraños es sinónimo de educación.
Nadie aprende a socializar siendo obligado a realizar ciertas acciones. De hecho, las personas aprendemos a sociabilizarnos a través del aprendizaje vicario, es decir, se aprende observando cómo actúan los otros e imitándolos cuando y como se quiera, siendo uno mismo quien tiene el control de la situación. Si el ambiente en que los y las menores se encuentran fomenta o estimula actitudes negativas desde el punto de vista social, imitarán dichas conductas negativas. Por el contrario, un ambiente o entorno positivo producirá una imitación favorable para ellas y ellos.
¿De qué manera podemos construir una generación empoderada?
En primer lugar, debemos enseñar a la población infantil que ellas y ellos son dueñas y dueños de su cuerpo y deben poder decidir cuándo establecer contacto físico y con quién, además de tener la capacidad de diferenciar entre respeto y afecto. Las acciones que esa persona tome sobre su cuerpo desde corta edad le harán ser menos vulnerable a un acoso o situaciones de bullyng. Esta competencia también les otorgará una mayor autoestima. Una persona que ha desarrollado durante su infancia un criterio propio es una persona adulta segura de sí misma. Por lo tanto, el rol de las madres, padres y personal educativo es el de ser guías en este proceso de desarrollo social
Por otro lado, a través de la conciencia de libertad a la hora de expresar afecto, las niñas y niños aprenden a respetar los espacios individuales. No querer acercarse más de lo debido a personas que por el momento no producen confianza no es algo que deba ser corregido, sino que es una expresión cultural tan válida como la que hace que los adultos no abracen a desconocidos.
Es indispensable enseñar a distinguir desde la niñez las sensaciones cómodas y agradables de las que no lo son, contribuyendo al desarrollo de las propias percepciones y sentimientos, insistiendo en la posibilidad de decir NO, para poder ejercer nuestro derecho a vivir libres, vivas y combativas.
La importancia del profesorado a la hora de explicar y transmitir este tipo de cuestiones es clave. En nuestro Itinerario educativo podrás encontrar formaciones para enseñar en igualdad a lo largo de todo el proceso formativo: https://perifericas.es/collections/itinerareo-educativo