Por Alejandra Neira, pedagoga especializada en igualdad e inclusión con perspectiva de género, con experiencia en proyectos coeducativos e intervención con mujeres en situación de violencia de género y/o en riesgo de exclusión social
El 14 de marzo está marcado en el calendario como el Día Internacional de las Altas Capacidades, una jornada que nos invita a reflexionar sobre un tema fundamental en el ámbito educativo y social pero todavía poco visibilizado. Y es que, ¿qué entendemos por altas capacidades? Este término se refiere a aquellas personas que muestran un rendimiento intelectual notablemente superior al promedio en diversas áreas, como la cognición, la creatividad, el liderazgo o el talento artístico.
A pesar de su importancia, las altas capacidades continúan siendo una asignatura pendiente en muchas sociedades y sistemas educativos. Los mitos y percepciones erróneas asociadas a estas habilidades pueden dificultar su detección y, lo que es más importante, su buen desarrollo. Algunos de los mitos más comunes son los siguientes:
-
La excelencia académica y el éxito en todas las áreas. Se tiende a asociar las altas capacidades únicamente con el rendimiento académico excepcional. Sin embargo, es importante reconocer que estas habilidades pueden manifestarse de diversas formas, incluidas la creatividad y otras habilidades no académicas.
-
Facilidad de detección. Existe la creencia errónea de que las altas capacidades pueden identificarse fácilmente a través de pruebas de coeficiente intelectual, donde se establece un umbral a menudo 130 o superior. Sin embargo, la obtención de un coeficiente intelectual elevado no es el único determinante, por lo que es necesario un proceso de identificación riguroso y colaborativo en el que participen familias, escuela y gabinetes especializados.
-
Dificultad de estas personas para relacionarse con su grupo de iguales. En realidad, estas dificultades pueden surgir debido a la falta de comprensión y apoyo por parte del entorno educativo y social. Es importante destacar que cada caso es único e individualizado, y se ve influenciado por una amplia gama de factores sociales, de personalidad, entre otros. Por lo tanto, no se puede establecer un patrón de comportamiento uniforme para todas las personas con altas capacidades.
-
Mayor número de niños que de niñas con altas capacidades. Como establece la maestra Gracia María Reche Morales, no existe ningún estudio que determine que el sexo es un factor diferencial en las altas capacidades. Eso sí, conforme avanza la edad, el número de niñas a las que se le detectan altas capacidades tiende a disminuir. A nivel mundial, de cada 10 niños/as detectados/as, aproximadamente 3 son niñas y 7 niños. Si no hay una diferenciación entre sexos, ¿por qué se detectan 4 veces más las altas capacidades en los niños? ¿Por qué existe esta disparidad?
Socialización de género y altas capacidades
Una explicación para el fenómeno anterior radica en que sí existe una disparidad evidente en la detección y el reconocimiento de estas capacidades. Esta discrepancia puede atribuirse a múltiples causas, muchas de las cuales están arraigadas en la asunción de ciertas cualidades y comportamientos asociados a cada género, derivadas de un proceso de socialización diferencial.
Por ejemplo, la autonomía suele fomentarse más en los niños, junto con el fomento de la autoestima, lo que puede verse reflejado en su participación dentro del aula y por consiguiente, en una mayor atención sobre ellos. En contraste, a menudo se educa a las niñas con mayor énfasis en la sumisión y en la adaptabilidad para "no llamar la atención", en lugar de enfocarse en el desarrollo de su autonomía y autoestima. Esta disparidad en la socialización puede generar barreras adicionales para las niñas, tanto en su desarrollo intelectual como académico, así como en una posible detección de altas capacidades.
Otros factores influyentes pueden ser las aulas con ratios elevados de alumnado por profesor/a, un entorno en el que resulta complicado que una persona atienda de forma individualizada a un gran número de alumnado. Además, las expectativas sociales limitadas, la escasez de visibilidad de referentes femeninos en campos dominados por hombres y los estereotipos de género arraigados en la educación y la sociedad en general también contribuyen a esta disparidad. ¿Qué se enseña en las escuelas? Con frecuencia, una perspectiva histórica y literaria androcéntrica, donde predominan las figuras masculinas y se prioriza la experiencia masculina, lo que dificulta que las niñas se identifiquen con las narrativas y los logros presentados en el currículo académico.
A esto se suma las expectativas que el entorno familiar y los/as profesores/as generan sobre ellas. Es decir, si se fomentan expectativas de logros más elevados para los niños que en las niñas, esto puede influir en la manera en que se perciben y se les brinda apoyo en su desarrollo.
No se trata de una diferencia innata en las capacidades entre sexos, sino de una serie de factores sociales y culturales que influyen en la detección y el desarrollo de las altas capacidades, especialmente entre las niñas. Es esencial reconocer y abordar estas barreras para promover la equidad y garantizar que todas las personas tengan la oportunidad de desarrollar todo su potencial a través de una educación inclusiva. Por lo tanto, es fundamental abordar las altas capacidades desde una perspectiva de género, reconociendo y desafiando los estereotipos y sesgos que pueden limitar esta detección.
Las separaciones sexistas se producen desde la educación en la primera infancia. Sobre ellas reflexionamos en el siguiente artículo: https://perifericas.es/blogs/blog/la-separacion-sexista-desde-la-primera-infancia