VIOLENCIA DE GÉNERO Y DROGAS: UNA DOBLE PROBLEMÁTICA QUE SE RETROALIMENTA

VIOLENCIA DE GÉNERO Y DROGAS: UNA DOBLE PROBLEMÁTICA QUE SE RETROALIMENTA

Por Laura Pavón Benítez, Antropóloga Social y Cultural y doctoranda en el Programa de Ciencias Sociales de la Universidad de Granada  

La asociación entre el consumo de drogas y la violencia de género es un tema ampliamente estudiado, y existen evidencias que confirman la relación entre ambas problemáticas. De hecho, tienden a retroalimentarse, convirtiéndose una en factor de riesgo para la otra. En ocasiones, se produce un vínculo causal entre las experiencias de violencia vividas en el pasado y en el presente, como factor desencadenante del inicio en el uso de sustancias psicoactivas: es la violencia sufrida la que actúa como determinante en el inicio y mantenimiento en el consumo de drogas. En tales casos, el uso de sustancias psicoactivas puede ser visto como una estrategia para olvidar un episodio traumático o aliviar las consecuencias psicológicas, o bien como método de afrontamiento ante el sufrimiento de una violencia que se prolonga en el tiempo a través de situaciones estresantes o conflictivas: episodios de violencia física y/o psicológica, agresiones sexuales, acoso, etc. En estos casos, el consumo de sustancias supone un “alivio” a corto plazo del malestar emocional, pero, sin embargo, a la larga puede ser causa de un agravamiento de la situación de la víctima. Sin embargo, el vínculo no siempre está en la misma dirección, ya que el uso de sustancias también puede incrementar el riesgo de padecer violencia de género o agravarla una vez que ha surgido. En este sentido, las autoras Testa, Livingston y Leonard consideran que el consumo de drogas en el contexto de pareja puede incrementar la irritabilidad, dañar las interacciones sociales junto con la capacidad para manejar conflictos, y, por tanto, incrementar la probabilidad de que se produzca violencia de género. De hecho, si nos focalizamos en las mujeres que consumen drogas, se observa que un elevado porcentaje de las mismas han sufrido o sufren violencia de género en edad adulta (entre el 41% y el 80%).  

Tipología de violencia en mujeres con drogodependencias

El Consejo de Europa identifica diversos tipos de violencias que pueden llegar a sufrir con especial virulencia las mujeres con drogodependencias:
  1. Violencia interpersonal, pasada o presente. Es el caso de la violencia experimentada en el ámbito privado, familiar o marital; la violencia experimentada en la infancia: mujeres que sufrieron abusos infantiles o fueron testigo de violencia física y/o psicológica infligida a otra persona en la familia; y la violencia en el contexto de una relación de pareja. En este contexto, el consumo de sustancias también puede convertirse en un mecanismo de control por parte del agresor, usando dichas sustancias para retener a la víctima o instrumentalizándola para obtener las sustancias.
  2. Violencia relacionada con el entorno social. Es el caso de la violencia específica en los círculos de drogadicción: mediante la práctica del consumo de drogas o el establecimiento de las relaciones que giran en torno a la compra y el uso; la violencia sexual en ambientes festivos; y en contextos de trata de mujeres con fines de explotación sexual.
  3. Violencia institucional por parte de las organizaciones de protección y servicios asociados donde las mujeres viven con culpa, incluso en los centros de tratamiento, donde a menudo son sujetos pasivos sin reconocimiento o consideración de sus capacidades.
  4. Violencia social y cultural que mantiene la situación de desigualdad y dependencia de las mujeres en el acceso al trabajo o a la vida pública. Las resistencias que encuentran las mujeres con drogodepencias en situaciones de violencia de género son mayores: mayor dificultad para salir de las relaciones abusivas y denunciar, mayor dificultad para reintegrarse a nivel social y cultural, mayor estigmatización…

  Además, las consecuencias psicológicas de la violencia de género se agravan con los consumos de drogas, que a menudo conducen también a problemas legales y económicos relacionados con este consumo de sustancias psicoactivas. Todo ello obliga a la intervención con una perspectiva de género específica a la hora de tratar dichas adicciones. Solo así se reconocerán los condicionantes específicos de la relación entre mujeres y drogodependencias.  

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