VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA TERCERA EDAD

VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA TERCERA EDAD

Por María Amparo Goas, estudiante de Trabajo Social y Criminología en la Universidad Pontificia de Comillas y con un curso de Género y Sexualidad con la British Columbia University

La violencia de género es una realidad que las mujeres seguimos viviendo en nuestro día a día independientemente de la edad que tengamos. Sin embargo, existe una diferencia generacional a la hora de entender el problema de la violencia sobre la mujer. Aquellas con más de 65 años han nacido y crecido en un mundo muy diferente a la sociedad que las más jóvenes heredan ahora, y eso se traduce también en diferentes creencias y sistemas normativos.

La sociedad avanza, y la lucha de las mujeres con ella. De esta forma se consigue una sociedad más igualitaria y con mayor protección a la vida y la integridad de las personas. La violencia de género también es un fenómeno que se empieza a abordar hace relativamente poco tiempo.

Cuando vivimos en una sociedad que normaliza la violencia sobre las mujeres, como lo era la española hasta hace unas décadas, nuestro sistema de creencias y costumbres se adaptará a la normalización de esa violencia, integrándolo en el imaginario como una situación normal de la vida cotidiana. Es por esto que, a pesar de que existe violencia de género en la tercera edad, las denuncias en ese rango de edad son realmente bajas.

Existen una serie de mujeres que llevan años conviviendo con la violencia de género; si a esto se le suma el desarrollo de un sistema de creencias que normaliza el maltrato a la mujer, se ven más abocadas a mantenerse en relaciones de maltrato, incluso pudiendo no identificarlo como tal. De esta forma, todas las herramientas que se han desplegado para concienciar y ayudar a las mujeres que sufren violencia no están llegando a la población de mayor edad.

El número de denuncias en personas que sufren violencia de género en la tercera edad es mucho menor en proporción a la victimización que sufren respecto a las mujeres del resto de edades, y las herramientas psicosociales de ayuda a las mujeres que sufren esta violencia solo se activan mediante un protocolo que se inicia con la interposición de la denuncia de maltrato.

De esta forma, la falta de denuncias de violencia de género en la tercera edad no solo dificulta determinar la frecuencia de afectación real de esta violencia en dicho rango de personas, sino que además mposibilita que las mujeres mayores accedan a las ayudas que tienen reconocidas por ley.

 

¿Por qué tan pocas denuncias?

Aparte de la existencia de un sistema de creencias que legitima la dominación del hombre sobre la mujer, la realidad es que muchas mujeres en la actualidad, independientemente de su edad, no identifican las situaciones de maltrato en las que se ven victimizadas. Por ello, al no identificar un patrón de conducta que atenta contra su integridad, ya sea psicológica, física, económica y/o sexual, no van a implementar las medidas pertinentes para su autoprotección.

Por otro lado, y esto sí es especialmente visible entre las víctimas de mayor edad, existe también una influencia de creencias religiosas respecto a no “abandonar” a tu marido, lo que fomenta que muchas mujeres que sufren violencia de género minimicen el problema o normalicen esa situación.

Por último, otra de las formas de violencia sobre la mujer es el aislamiento social, de forma que se encuentra sin una red de apoyo que pueda ayudarle a dar el impulso de abandonar la relación de maltrato en la que se encuentra. Esto, sumado al aislamiento que las personas mayores se ven más expuestas a sufrir, desemboca en toda una situación de marginalidad en la cual el apoyo principal de la mujer víctima de violencia de género es la pareja agresora.

El miedo que se deriva de la idea de abandonar el núcleo familiar, las consecuencias que salir de la situación van a generar en los hijos e hijas, si se tienen, y la falta de vínculos de apoyo, sumado al sistema de creencias que normalizan la violencia sobre la mujer y las creencias religiosas, generan todo un entramado que impide la denuncia y, por tanto, la ayuda institucionalizada a las mujeres de la tercera edad víctimas de violencia de género.

Si deseas seguir leyendo sobre las intersecciones entre envejecimiento y género te invitamos a consultar el siguiente artículo: https://perifericas.es/blogs/blog/gerontologia-feminista-envejecimiento-y-genero

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