¿QUÉ HACE UNA CHICA COMO TÚ EN UN YACIMIENTO COMO ESTE?

¿QUÉ HACE UNA CHICA COMO TÚ EN UN YACIMIENTO COMO ESTE?

Por Sara Casamayor, doctora en historia y especialista en Historia de las Mujeres y de las Relaciones de Género. Ha participado en diversas excavaciones y realizado labores de prospección arqueológica centradas en las mujeres de la antigua Roma

Parafraseando la conocida canción, en este artículo pretendemos reflexionar sobre la visión estereotipada que las mujeres profesionales siguen sufriendo dentro de la arqueología. Un ejemplo claro: si realizamos una búsqueda rápida de imágenes en Internet con la palabra "arqueóloga", si bien es cierto que cada vez hay más resultados que muestran a profesionales realizando labores de excavación o en el laboratorio, también nos encontraremos con múltiples versiones de Lara Croft, con trajes ajustados y convirtiendo sombrero, látigo y pistolas en aliados imprescindibles de su equipo. Porque, como todo el mundo sabe, tareas como cargar kilos de tierra en una carretilla y usar pico y pala se realizan mucho mejor en tacones. Esta es la imagen popular de la arqueóloga, trasladada al imaginario colectivo a través de películas, videojuegos y otras formas de entretenimiento, y que perpetúa una discriminación en el ejercicio de su profesión frente a los varones. Una discriminación que no solo ocurre en el ámbito simbólico, sino que es sufrida en la vida real, en el día a día de las arqueólogas. Dentro de las dinámicas de poder que rigen el ambiente académico, las docentes e investigadoras sufren además la discriminación sexista, desde comentarios misóginos hasta abuso sexual. En arqueología de campo, estas prácticas son más difíciles de combatir debido a la falta de regulación de la profesión, que no cuenta con sindicatos ni convenios específicos, y a que habitualmente se convive durante semanas en un mismo espacio con todo el equipo de trabajo, lo que propicia una mayor cercanía, pero también más oportunidades de sufrir abusos. Si algo positivo puede obtenerse de esta lamentable situación es que en los últimos años la arqueología, y la sociedad en general, parecen comenzar a concienciarse sobre ciertos aspectos que deben cambiar. Así, han surgido diversos colectivos de arqueólogas feministas que luchan contra la discriminación, como Arqueólogas Feministas y Centro Revolucionario de Arqueología Social, el Grupo de Arqueología Social, o Arqueoloxía Feminista. A estos colectivos se han unido arqueólogas, delegaciones del alumnado de diversas universidades y colectivos de estudiantes feministas, que han hecho públicas las situaciones de abuso que se sufren tanto en los yacimientos como en los laboratorios y las universidades.  

La necesidad de una historia de las arqueólogas

Una arqueología con conciencia feminista tiene entre sus tareas dar visibilidad a las profesionales del sector. Esta estrategia de visibilización tiene dos objetivos principales: 1) Crear vocaciones entre las niñas, de forma que tengan modelos a seguir y decidan hacer de la arqueología su profesión. 2) Mostrar a la sociedad que también existen mujeres que excavan e investigan las sociedades pasadas. Este objetivo resulta relevante porque visibiliza las carreras de arqueólogas que, a pesar de que realizaron importantes contribuciones a la Historia y la Arqueología, no aparecen mencionadas en los manuales de estas disciplinas junto a los grandes referentes masculinos. Estos objetivos pueden cumplirse tanto mediante cauces científico-académicos (celebración de congresos y seminarios, publicaciones, creación de cursos o asignaturas, celebración de efemérides, etc.), como mediante la didáctica, la divulgación y el ocio, de forma que pueda concienciarse a la mayor parte posible de la sociedad. Resulta difícil encontrar las publicaciones de las primeras arqueólogas, no suelen ser mencionadas entre los grandes referentes de esta disciplina, y en ocasiones han pasado a la posteridad como esposas o hijas de x arqueólogo, no como las profesionales que ellas también fueron. No optaban a puestos relevantes, ni dirigían excavaciones, ni podían entrar a formar parte de algunas sociedades arqueológicas. En lo que respecta al caso español, en el siglo XIX no hubo ninguna mujer que trabajara de forma profesional en dicho ámbito. No podían estudiar en la Escuela Superior de Diplomática, donde se enseñaba Arqueología, por lo que no podían presentarse a oposiciones ni obtener un título que las capacitase oficialmente para trabajar en este campo. En los años 2o del siglo XX empezaron sus carreras algunas de las pioneras de la arqueología española, como María Braña de Diego, María Luisa Galván Cabrerizo, María Luisa Herrera Escudero, y Encarnación Cabré Herreros, quienes comenzaron a realizar labores de campo y a acceder a puestos de trabajo en museos. Parte del proceso progresivo de reconocimiento de las arqueólogas ha sido posible gracias a Internet. Webs, blogs, redes sociales, etc., han sido plataformas en las que, de forma individual o colectiva, muchas de ellas han dado visibilidad a sus predecesoras y han tratado de crear vocaciones entre el público más joven. 

 El itinerario profesionalizador te permitirá acercarte de forma práctica a saberes relacionados con el mundo laboral. Fotografía de Marylou Salon en Unsplash

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