MUJERES Y DISEÑO: UNA HISTORIA DE DESIGUALDADES

MUJERES Y DISEÑO: UNA HISTORIA DE DESIGUALDADES

Por Ana Ordóñez, diseñadora gráfica con especial interés en el branding, el packaging y el diseño editorial. Firme defensora de que las mujeres somos artistas igual de válidas que los hombres. Puedes consultar sus trabajos en https://www.behance.net/anaordoez2

Hace un tiempo mi madre me dijo una frase que me quedó grabada e impulsó la creación de este artículo. Estábamos en la sobremesa de una comida, como otra cualquiera, hablando de temas que ahora mismo no recuerdo, cuando me pregunta: “pero Ana, ¿hay diseñadoras gráficas en Galicia?

Esta cuestión me hizo reconocer la necesidad imperiosa de una educación artística y feminista. Como decía Emma Pueyo, consultora creativa, en una entrevista que le hicieron en la revista Gràffica, "no es que haya pocas mujeres creativas, sino que hay pocas mujeres creativas que manden y tengan control sobre el resultado final"¡Qué gran verdad! 

Y es que, ¿cuántas pintoras conoces? ¿Cuántas escritoras has estudiado? ¿Y poetas? En cambio, ¿a que te viene a la cabeza más de un nombre masculino para responder cada una de esas preguntas? Ello se debe a que durante muchos años las mujeres hemos sido excluidas de los libros de historia: no importaba si queríamos pintar o escribir o liderar, para lo único que se nos tenía en cuenta era para criar a los hijos y llevar el hogar.

No contentos con esto, infinidad de hombres han mostrado trabajos como propios tras haberlos robado a sus mujeres, alumnas, pupilas… Un ejemplo sería Margaret Keane, conocida por sus obras de grandes ojos. Durante años Walter Keane, su marido, vendió sus cuadros como propios hasta que en 1972 tras una denuncia y un duelo de pintura en los tribunales, se declaró que las obras pertenecían a Margaret. Tim Burton dirigió una película sobre esta historia donde se muestra la realidad vivida por la pintora, y titulada justamente Big eyesComo este podemos encontrar no cientos, sino miles de ejemplos que ponen de manifiesto cómo se nos robó no sólo nuestra historia, sino cómo también nos fueron arrebatadas nuestras obras y nuestra creatividad.

Por si esto no fuera suficiente, no son sólo los hombres cercanos a las mujeres los que ocultan sus talento. Hoy en día, la gran mayoría de museos y muestras de arte a nivel mundial cuentan con menos de un 10% de mujeres en sus exposiciones. Estos hechos perpetúan el ocultamiento del arte femenino y su posterior exclusión de la historia.

Un ejemplo lo tenemos en ARCO, feria internacional de arte contemporáneo que se lleva a cabo cada año en Madrid y que es una de las más importantes a nivel internacional. La presencia de artistas femeninas en esta feria en el 2017 fue de un 5% respecto al 95% de representantes masculinos. Tras la publicación de estos datos, Yolanda Martinez, artista visual española, llevó a cabo una acción colectiva donde artistas independientes y de distintos colectivos se pasearon por la feria luciendo una diadema con un gran signo de geolocalización como los usados por Google Maps. La acción nombrada Estamos aquí pretendía ser una llamada de atención para mostrar la desigualdad en cuanto a cifras que había y sigue habiendo en ARCO.

 

Creatividad y género

La tercera entrada de la RAE sobre el diseño lo define como la concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie. Esta definición en ningún momento especifica que se trata de una característica exclusiva del género masculino, y sin embargo durante muchos años se consideró que las mujeres no podían ser originales ni creativas, al menos no públicamente. Nos hicieron creer que carecíamos de esa capacidad, que solo los hombres la podían desarrollar.

Esta falta de confianza en nosotras mismas es algo que se ha ido heredando de generación en generación hasta el día de hoy. Si hiciéramos una encuesta a mujeres y hombres sobre su capacidad de crear, las mujeres serían más reacias a creer en sí mismas. Esta es una de las muchas razones por las que ellas son menos visibles en determinados sectores, ya que su falta de confianza las lleva a creerse insuficientes. A este síndrome de la impostora hay que sumarle la falta de referentes femeninos en el arte, que lleva a muchas niñas a pensar que es un sector donde únicamente los hombres podrán desenvolverse con soltura y triunfar.

Otra de las razones por las que encontramos menor presencia femenina en el sector del diseño es por la presión social que tenemos de ser madres y formar una familia. La sociedad no sólo nos impulsa a quedarnos embarazadas llegadas a una determinada edad, sino que también nos culpabiliza por ser madres trabajadoras. Estos factores dificultan el ascenso laboral y la llegada de las mujeres a puestos de liderazgo. 

Relacionado con este tema podemos hablar de los tópicos y prejuicios asociados a las mujeres situadas en puestos de poder. Como afirmó Jessica Walsh, una de las diseñadoras gráficas más prometedoras e influyentes en la actualidad, en una entrevista que le hizo la revista Gràffica para su decimotercer número, "las mujeres que son jefas tienen rangos de comportamientos menos aceptados en comparación con los hombres. Si son demasiado buenas, se las considera débiles. Si son demasiado firmes, se las juzga por actuar agresivamente y sin empatía". Esto es una muestra de cómo la sociedad sigue asociando valores positivos o negativos en función de si eres mujer u hombre a la hora de realizar un mismo trabajo. 

Podríamos seguir enumerando desequilibrios laborales entre hombres y mujeres, como el acoso sexual en el trabajo, el cobro de un menor salario o el techo de cristal, pero prefiero compartir en su lugar una anécdota contada por Jessica Walsh en la entrevista nombrada anteriormente. La diseñadora comentó que durante sus primero años, cuando se reunía con un cliente este siempre miraba a su compañero al hablar, aun cuando era ella la encargada del proyecto. Confiesa que si bien es verdad que se sentía menospreciada, en lugar de alzar la voz y hacerse oír, prefería que sus trabajos hablasen por ella, pero yo me pregunto, ¿un hombre necesita sus logros para hacerse oír o le vale únicamente con su voz? 

Desde siempre me he considerado una persona que no se deja llevar por sus sueños, que prefiere vivir en el presente, pero me gustaría pensar que en el futuro, a las niñas que están planteándose estudiar una carrera artística no les faltarán referentes. Que todas las jóvenes diseñadoras no necesitarán hacerse valer para ser oídas. Que las mujeres no tendremos que escoger entre ser madres o trabajadoras. Y que el arte y la creatividad dejará de ser cosa de hombres para ser cosa de personas.

Construir una historia del arte desde postulados feministas es clave para rescatar los nombres de diversas mujeres creadoras que la historia ha tradicionalmente silenciado: https://perifericas.es/blogs/blog/donde-estan-las-mujeres-artistas-hacia-la-construccion-de-otra-historia-del-arte
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