LA MASCULINIDAD COMO CULTURA IMPERANTE: ¿DÓNDE QUEDAMOS LAS MUJERES?

LA MASCULINIDAD COMO CULTURA IMPERANTE: ¿DÓNDE QUEDAMOS LAS MUJERES?

Por Joaquina Samaniego, Graduada en Publicidad y Relaciones públicas y Máster en Dirección en comunicación en la Universidad de Málaga. Investigadora en el campo de los estudios mediáticos de género y el análisis crítico del discurso.

Es difícil identificar en qué momento histórico la masculinidad ganó la batalla y las mujeres fuimos oprimidas y colocadas en el escenario privado de la sociedad. Los hombres no han cuestionado su posición dentro de la escala social ni han tenido en cuenta cómo nuestra cultura se ha ido construyendo en torno a la mirada y aceptación masculinas.

La cultura que nos rodea es hostil para las mujeres y no nos deja margen para empoderarnos ni para emanciparnos debidamente. Independientemente de que en los medios de comunicación existan figuras femeninas cargadas de fuerza y liderazgo individual, no podemos olvidar que a menudo nos encontramos ante mero patriarcado disfrazado de consentimiento. Mediante estas muestras de dominio femenino mainstream solo queda más clara la constante necesidad de que las mujeres estemos en permanente defensa por salvaguardar nuestro derecho a crear un espacio cultural y político lejos de la feminidad comercial.

Reflexiono sobre la feminidad porque entiendo que esta ha sido construida teniendo en cuenta los valores dominantes que han sido establecidos por los varones. Margarita Pisano, en su libro El triunfo de la masculinidad, expone que para que la mujer pueda avanzar y crear espacios políticos igualitarios, la masculinidad y la feminidad deben ser abolidas con el fin de reinventarse. Afirma que las mujeres avanzaremos “liberándonos de los nostálgicos deseos de permanecer en una cultura que, por más que la queramos leer como nuestra, nos sigue siendo ajena”. Sin embargo, creo que es necesario en este artículo profundizar sobre lo que supone que como sociedad la masculinidad haya sido entendida como una ideología y/o supreideología que ha permeado las políticas, las creencias y hasta incluso la construcción de identidades.

 

Las cuatro bases que sostienen la masculinidad hegemónica

La cultura masculina es un elemento legitimador de identidades, diseñado para trabajar directamente en la construcción de las mismas. Este hecho nos lleva a un escenario complejo donde los individuos puedan ser susceptibles de asumir e identificarse con los valores promulgados por esta cultura dominante. La masculinidad hegemónica, según el psiquiatra y psicoterapeuta Luis Bonino, es un poderoso estructurador de las identidades individuales y sociales que impone un modo particular de configuración de la subjetividad, la corporalidad y la posición existencial de cada persona. Este fenómeno está marcado por una concepción antagonista de los géneros que entiende lo no masculinamente hegemónico como algo diametralmente opuesto a las masculinidades como tradicionalmente se han entendido. Tal perspectiva legitima fenómenos como la heteronormatividad o el machismo y atribuye al género masculino cualidades relacionadas con el poder y la dominación.

La masculinidad hegemónica se sustenta sobre cuatro ideologías que estructuran los modelos culturales que convergen en esta representación. En primer lugar se encuentra la ideología patriarcal, que propone al hombre como sujeto con poder y capacidad de dominación sobre la mujer. Esta es seguida por la ideología del individualismo de la modernidad, que propone como sujeto ideal a aquel que es autosuficiente y cuya voluntad está por encima de cualquier otra institución. La tercera pata ideológica se encuentra en la exclusión y subordinación de la otredad, lo que implica la dominación de la masculinidad sobre la feminidad y sobre las masculinidades subalternas. Por último, la masculinidad hegemónica se apoya en la ya mencionada heteronormatividad o heterosexismo homofóbico, que limita la condición masculina absoluta a los sujetos heterosexuales. Puede apreciarse en ese sentido cómo los valores relativos al consumo y la realización, propios de una sociedad capitalista, se complementan con los aspectos centrales de la concepción del género.

Revisando las implicaciones que la masculinidad tiene en la sociedad: ¿qué debemos hacer la mitad de la población para romper con esta ideología dominante? Ello sería ya tema de otro debate…

 

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