MADRES EN EL CENTRO DE LA LUCHA FEMINISTA

MADRES EN EL CENTRO DE LA LUCHA FEMINISTA

Por Rebeca Santamarta, comunicadora y protocolista, actualmente en formación en marketing digital. Madre y defensora de una crianza respetuosa, en comunidad y feminista 

Con la resaca de las manifestaciones feministas del 8 de marzo, redescubrimos la importancia de la unión de las mujeres para poner el foco en las problemáticas, en las desigualdades y en la necesidad de que una perspectiva de género sea la que defina todas las políticas que van a regir la vida en sociedad.

La unión de las mujeres lucha contra la creencia interesada de que juntas no podemos colaborar o trabajar por un mismo objetivo. Pero la sororidad pronto entrará en los diccionarios, como ya lo está haciendo en la mente de cada vez más mujeres para crear lazos que van más allá de la familia o la amistad. La lucha por una sociedad más feminista e igualitaria está suponiendo un cambio de mentalidad que busca arrasar con el estatus quo existente que sigue manteniendo al hombre como la norma y voz de todo discurso.

Eliminar la idea de la mujer como contrincante y posicionarla como aliada ayuda a que se visibilicen las experiencias vitales que son comunes en todas nosotras casi desde nuestro nacimiento. Ayuda a que no pasemos de lado por nuestra propia realidad integrándonos en un grupo que haga que desconozcamos nuestros propios cuerpos, nuestros ciclos vitales y solo recibamos relatos de otros, de voces ajenas que creen entendernos, con una total falta de referentes femeninas que nos hablen de sus vivencias desde una experiencia similar.

La maternidad como punto de inflexión

La maternidad supone para muchas mujeres ese cambio en su perspectiva del mundo, el choque contra la realidad de lo que significará maternar en una sociedad patriarcal que no cuida a las madres ni a sus bebés más allá del beneficio capitalista, un entorno hostil que no quiere madres descuidadas ni bebés que lloren.

Ya no vivimos en la época de las grandes familias o comunidades que criaban en sociedad, pero vivimos en una época en la que las madres no se encierran en sus casas, sino que buscan, investigan y contactan con otras, generan tribus y sinergias que las ayudan a alzar su voz cuando lo necesitan, por su propio bien, el de sus criaturas y el de las familias.

La depresión postparto sigue siendo una realidad a menudo ocultada y es causa de una inestabilidad que debilita a las mujeres y a la familia en su conjunto, poniendo a las madres en una situación de indefensión bajo el desamparo de un sistema que solo las cuida mientras están embarazadas, pero que las olvida después de dar a luz.

La desprotección social de la maternidad, las dificultades de la conciliación, el descuido de los procesos hormonales y la revolución mental y física de una mujer durante ese periodo se están cubriendo gracias al trabajo de grupos de madres y profesionales preocupadas y enfocadas en cuidar y visibilizar una problemática que tendría un una menor incidencia si se trabajara con una visión global feminista.

Las tribus creadas no solo se deben quedar en los primeros meses tras el alumbramiento, sino que deberían convertirse en apoyo constante en todas las etapas vitales y de crecimiento, pues cada brote de desarrollo pondrá a prueba la capacidad de la madre y de la familia por continuar su camino.

Dice un proverbio africano que para criar es necesaria toda la tribu; sin embargo, vivimos a espaldas de la infancia, y cada vez se tolera menos en el día a día fuera de sus espacios exclusivos, como colegios y parques.

Aunque se luche por la igualdad y se proclamen los avances año tras año, a las puertas de los colegios y en los parques sigue viéndose una mayoría de mujeres que acaban por entablar conversación, por crear lazos y uniones que pueden ser el bote de salvación para muchas de ellas: las que llegan siempre tarde, las que tienen más de una criatura y les viene bien tener más ojos para vigilar, las que cuidan y tienen más obligaciones, las que tienen tiempo para todo y las que no lo tienen. Mujeres de todos los perfiles que se reúnen o acercan mientras pasan frío y calor, moviendo un columpio en el que quizás ya no esté su hija, consolando la caída de otro niño o improvisando una merienda colectiva.

Solo con la unión se logrará tener una voz que nos ponga también en el centro de la lucha feminista, como hemos visto en las manifestaciones con la plataforma Petra Maternidades Feministas que nació para defender permisos parentales justos. Las madres tenemos unas necesidades comunes, unos deseos y esperanzas que se reivindicarán, una vez más, mejor en grupo.


La maternidad feminista es fundamental, como decíamos en este artículo, para que la M de madre no borre la M de mujer: https://perifericas.es/blogs/blog/que-la-m-de-madre-no-borre-la-m-de-mujer-hacia-una-maternidad-feminista
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