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LOS PERMISOS DE MATERNIDAD EN ESPAÑA: ¿ADECUADOS O INSUFICIENTES?

Por Alba Peñasco, graduada en Filología Hispánica, Máster en Profesorado de Educación Secundaria y experta en género y coeducación

A partir del 1 de enero de 2021 se igualaron en España los permisos de maternidad y paternidad o segundo progenitor, en el caso de las parejas del mismo sexo. Desde ese momento, madres y padres pueden disfrutar de hasta 16 semanas de permiso iguales e intransferibles tras el nacimiento de su hijo o hija. Las 6 primeras son obligatorias e inmediatas al parto y las 10 restantes se podrán distribuir a lo largo del primer año de vida del bebé de forma voluntaria y simultánea o por turnos entre los dos progenitores.

Esta ampliación de los permisos de paternidad supone un avance con respecto a la situación en las últimas décadas, ya que no fue hasta el año 2007 que se aprobó una licencia para los padres por primera vez, en la que se otorgaba la posibilidad de disfrutar de trece días más a mayores de los 2 reconocidos por el Estatuto de los Trabajadores. A partir de ahí, en 2017 pasó a ser de 4 semanas, de 5 en 2018, 8 en 2019, 12 en 2020 y ahora finalmente, 16.

La consecución de estas 16 semanas de permiso iguales e intransferibles ha sido posible gracias a la aprobación en marzo de 2019 del Real Decreto Ley de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación, que ha respondido a las numerosas peticiones de colectivos y asociaciones que durante años han luchado por tratar de garantizar la corresponsabilidad a través de la legislación. 

Sin embargo, la aprobación de dicho Real Decreto no ha estado exenta de críticas, muchas de ellas también realizadas desde el ámbito feminista. Y es que, ¿cómo está situado nuestro país entre los de la OCDE con respecto a esta materia? ¿Se tienen en cuenta las diferentes consecuencias físicas y psicológicas que tienen el embarazo, parto y puerperio para las madres, los padres o los segundos progenitores? ¿Favorecerá este cambio un descenso de las reducciones de jornada y excedencias para cuidado de los menores por parte de las madres?

 

Una corresponsabilidad todavía pendiente

Más de 30 años hacía que no se modificaba en nuestro país el permiso de maternidad, pues se mantenía intacto desde la Ley 3/1989, en la que se pasó de los 40 días estipulados anteriormente a las 16 semanas actuales. Las comparaciones con otros países como Finlandia, donde las madres disfrutan de 26 semanas, o Noruega, donde pueden optar entre 46 ó 56 en función del porcentaje remunerado (100% u 80%), ponen de manifiesto una situación precaria para las españolas. Y es que la situación de los permisos de maternidad en nuestro país no garantiza que se puedan cubrir los 6 meses de lactancia materna exclusiva que se recomiendan desde la OMS sin perder la independencia económica, al mismo tiempo que tampoco ayuda a favorecer el acompañamiento durante la denominada exterogestación, es decir, el periodo de 9 meses posterior al parto en el que el bebé continúa completando su desarrollo fuera del útero.

Estas reflexiones han llevado a asociaciones como PPiiNA (Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción) a considerar insuficientes las medidas, porque solo convierten en obligatorias y simultáneas las 6 primeras semanas de permiso de paternidad, dejando como voluntarias las 10 de restantes que, además, deben acordarse con la empresa, quedando muchas veces a su merced. De esta forma, consideran, la corresponsabilidad real no está garantizada, porque no se ayuda a transformar el papel de los hombres como meros ayudantes en la crianza y, por el contrario, se perpetuará la situación precaria de las madres.

Si se tienen en cuenta todos estos datos, además de la inferior posición de la mujer dentro del sistema patriarcal que la relaciona directamente con la responsabilidad de los cuidados, al mismo tiempo que desde el capitalismo se la aboca a cumplir como trabajadora impecable y se la castiga por ambas partes ante cualquier decisión que la aleje de estos roles, se puede comprender cómo unos permisos como los actuales pueden no llegar a favorecer la libertad de las madres durante el puerperio y tampoco la consecución de una corresponsabilidad real con los padres o segundos progenitores.

Tras todo esto se esconde una necesidad de cambio estructural que transforme la visión general de los cuidados que tenemos como sociedad, ya que, a día de hoy, siguen considerándose de forma natural como algo eminentemente femenino. Mientras no se sucedan cambios profundos en la socialización que se nos inculca desde nuestro nacimiento, los hombres seguirán sintiéndolos como ajenos y, al mismo tiempo, mientras no se reconozca la necesidad de las madres de disfrutar de la crianza sin ver sus puestos de trabajo peligrar, en estrecha colaboración con su compañero o compañera y con la posibilidad de recuperarse física y psicológicamente durante el tiempo necesario tras el parto, todavía quedará mucho por hacer.

 

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