LIDERAZGOS FEMINISTAS EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

LIDERAZGOS FEMINISTAS EN LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

Por Sandra Román Luque, formadora y diseñadora de contenidos con más de diez años de experiencia en el ámbito social, acompañando a personas y organizaciones en procesos de cambio con enfoque feminista e inclusivo

Hablar de liderazgos feministas en la cooperación internacional es hablar de resistencias, aprendizajes y transformaciones. Frente a modelos verticales y asistencialistas, se trata de impulsar formas de liderazgo horizontales, basadas en la cooperación, el cuidado mutuo y la interseccionalidad. Estos liderazgos cuestionan estructuras de poder tradicionales y proponen nuevas maneras de construir desarrollo: inclusivo, justo y sostenible.

Más allá de los discursos, son las prácticas cotidianas las que marcan la diferencia. Liderar desde una perspectiva feminista significa generar espacios colectivos, visibilizar las voces históricamente silenciadas y abrir caminos para otras. Implica romper con la idea del liderazgo individualista y asumirlo como un proceso compartido que se nutre de la diversidad.

En América Latina, África o Asia encontramos ejemplos claros de cómo los liderazgos feministas están transformando la cooperación. Movimientos como las mujeres zapatistas en Chiapas (México) han mostrado que es posible construir comunidades donde las decisiones políticas, económicas y sociales se toman colectivamente, incorporando la voz femenina como imprescindible.

En Uganda, iniciativas de mujeres defensoras de la tierra han logrado frenar proyectos extractivos que ponían en riesgo tanto sus territorios como sus modos de vida. Estas lideresas no solo luchan por el acceso a los recursos naturales, sino que también cuestionan las estructuras patriarcales y coloniales que han invisibilizado históricamente su papel.

En Bolivia, colectivos de mujeres indígenas aymaras y quechuas trabajan desde hace décadas para recuperar el valor de los saberes ancestrales y posicionarlos en proyectos de cooperación internacional. Sus liderazgos desafían el paradigma de que el “conocimiento válido” solo proviene de Occidente y abren la puerta a formas de desarrollo basadas en la reciprocidad y el respeto a la tierra.

 

Aprendizajes claves para la cooperación internacional

El liderazgo feminista, como bien demuestran todas estas exeriencias, es colectivo. Se aleja de las figuras individuales de poder y se enfoca en el fortalecimiento de comunidades y en la interseccionalidad como práctica real, pues se trata de tener en cuenta no solo el género, sino también la raza, la clase, la orientación sexual, la edad o la situación migratoria como factores que cruzan las desigualdades.


Lejos de entenderlo como un asunto privado, el liderazgo feminista coloca el cuidado en el centro de la acción colectiva y la política pública. No se trata sólo de oponerse a sistemas injustos, sino de construir alternativas: economías solidarias, pedagogías críticas y formas de organización no jerárquicas.

Estos aprendizajes están recogidos en análisis recientes sobre cooperación feminista, como el informe de la Fundación Carolina que propone avanzar hacia “una cooperación inclusiva y transformadora” con financiación descolonizada y reconocimiento del trabajo de cuidados 

Uno de los grandes aportes del liderazgo feminista en cooperación es, pues, la capacidad de cambiar las narrativas. Durante años, las políticas de desarrollo se presentaban desde la mirada eurocéntrica, y las comunidades del Sur eran “beneficiarias pasivas”. Hoy, gracias al impulso de nuevas redes feministas, se empieza a reconocer a estas comunidades como sujetos políticos activos, con capacidad de decidir y liderar.

Además, el liderazgo feminista en cooperación rompe estereotipos sobre las mujeres en contextos de conflicto o pobreza, mostrando que no son únicamente víctimas, sino agentes de cambio, mediadoras de paz y constructoras de justicia social. En países como Colombia, las mujeres han liderado procesos de reconciliación comunitaria tras décadas de guerra, integrando prácticas de memoria, sanación y justicia restaurativa.

Los liderazgos feministas en la cooperación internacional nos enseñan que otro modelo de desarrollo es posible. No se trata de aplicar “recetas” universales, sino de escuchar, dialogar y aprender de las experiencias locales. La cooperación feminista nos recuerda que liderar es acompañar, sostener y abrir caminos colectivos, no acumular poder.

Estos liderazgos plantean, pues, una nueva hoja de ruta: colocar la vida en el centro, reconocer la diversidad como riqueza y garantizar que las decisiones se construyan desde abajo hacia arriba. 

En definitiva, la cooperación feminista va más allá de asistir: busca transformar. Al romper con las jerarquías, centrar los saberes comunitarios y desafiar la institucionalización, inaugura formas de cooperación que son emancipadoras por sí mismas. Es un acto político radical, de reconstrucción desde los márgenes, que nos recuerda que la justicia global solo será posible si es feminista.

 

Para seguir profundizando en este tema te invitamos a leer el siguiente artículo, que profundiza en cómo las lógicas coloniales han marcado durantes siglos las desigualdades de género a nivel global: https://perifericas.es/blogs/blog/genero-colonialismo-y-modernidad

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