Por Carmen Medina Sarmiento, psicóloga y máster en género. Desde hace cinco años, facilita talleres de empoderamiento con grupos de mujeres
El término "liderazgo" genera a menudo rechazo porque se asocia a un modelo jerárquico y autoritario de relación. ¿Hay que desecharlo pues en cualquier aproximación desde la igualdad? Nada más lejos de la realidad: de lo que se trata es de generar liderazgos feministas, en los que la horizontalidad y los cuidados se vean facilitados. Frente al liderazgo de corte puramente patriarcal tradicional, en el que existe una única visión "superior", la del propio jefe, el liderazgo feminista parte de la idea de que hay muchas maneras de hacer las cosas, y la nuestra no tiene por qué ser la mejor. Al contrario, se trata de dialogar para establecer colectivamente unas bases que marquen ciertas líneas rojas, trazadas dentro del grupo, pero también estando abiertas a la flexiblidad y al cambio con las compañeras. Ahora bien, ¿cómo llevar estos postulados a la práctica?
La importancia del debate y la formación
Para conseguir ser las protagonistas de un auténtico liderazgo feminista se hace imprescindible, como punto de inicio, trabajar la autoestima: debemos valorar nuestras capacidades. Es fundamental para sentir que realmente podemos conducir espacios y gestionar acciones. En ese sentido, no se trata únicamente de creer en nosotras mismas, sino de entender también las timideces y ritmos propios de las demás, e intentar gestionarlos a través de dinámicas que favorezcan que todas las personas puedan participar en igualdad de condiciones. ¿Cómo hacerlo? Algunas ideas son las conversaciones en rueda, las dinámicas con post-its... Todo ello nos permitirá ir conociendo progresivamente a las compañeras: sus intereses, sus tiempos, sus habilidades... Dicho conocimiento es indispensable para favorecer los espacios de participación del grupo, saber a quiénes recurrir en momentos determinados, quién gestiona cada cosa..., pues la participación en un liderazgo feminista significa delegar, favorecer la rotación de las responsabilidades y del propio liderazgo. ¡Olvídate de ostentar un poder absoluto y dictatorial! Con el fin de adoptarnos al entorno cambiante que nos va a rodear, es esencial estar formadas en aquello que hacemos. No quiere decir que tengamos que tener estudios determinados y elitizar los espacios, pero sí estar en proceso de formación constante. Nos formamos también haciendo preguntas y aprendiendo del resto. Estos conocimientos favorecerán que las lideresas se puedan convertir además en referentes para el resto de participantes, capaces de acompañar y facilitar sus procesos deconstructivos y de saber impulsar sus capacidades, al tiempo que tienen que tener claro que la horizontalidad no es dejar que todo el mundo haga lo que quiera, pues hay que velar por las líneas consensuadas y por el bienestar de lo pactado. Por otro lado, el liderazgo feminista también debe apostar por facilitar espacios de diálogo y debate, con herramientas metodológicas para llegar a acuerdos, y tener la capacidad de pedir ayuda y consejo cuando sea necesario. En ese sentido, el feedback es fundamental para tener una visión clara y consensuada de cómo están saliendo las cosas, celebrar colectivamente los éxitos, pero también favorecer constructivamente la resolución de conflictos que se dan en todo grupo humano, siempre desde la humildad que permita reconocer las habilidades y capacidades de las compañeras, y sabiendo dejarles el espacio de hacer sin sentirse supervisadas o vigiladas: se trata, en última instancia, de sugerir, no de imponer, pues justamente la base ha de ser la deconstrucción de la idea de liderazgo como visión única y última palabra, heredada del patriarcado. ¿Qué conseguiremos con todo ello? En primer lugar, abogar por un empoderamiento femenino a través de la participación, que mediante la transformación de las viejas estructuras de liderazgo incluya la dimensión del liderazgo individual, pero también el debate colectivo en torno a él. Y más a largo plazo, luchar contra las violencias patriarcales e intentar transformarlas desde la base, transformando la estructura social a través de la participación con las compañeras en la búsqueda de un mundo más igualitario.
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1 comentario
Muy interesante la deconstruccion y reconstrucción desde la perspectiva feminista.