LA INTERSECCIONALIDAD EN LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO: POLÍTICAS PÚBLICAS Y PRIVADAS

LA INTERSECCIONALIDAD EN LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO: POLÍTICAS PÚBLICAS Y PRIVADAS

Por Estefanía Ros Cordón, criminóloga y consultora especializada en prevención de la violencia, compliance e igualdad de género. Es la fundadora de Ethikos & Compliance, desde donde asesora a entidades en la protección de menores y la gestión del riesgo en entornos educativos y empresariales

La violencia de género no afecta a todas las mujeres de la misma manera. Factores como la etnia, la edad, la orientación sexual, la identidad de género, la discapacidad, la clase social y la situación migratoria influyen en cómo una persona experimenta la violencia y en las barreras que enfrenta para acceder a justicia y protección. Este enfoque se conoce como interseccionalidad, un concepto desarrollado por Kimberlé Crenshaw que permite analizar cómo múltiples formas de discriminación se entrelazan y generan desigualdades más profundas.

Para abordar la violencia de género de manera efectiva, las políticas públicas deben integrar la perspectiva interseccional. Un ejemplo de ello sería, para el caso español, la Ley Integral contra la Violencia de género, que si bien ha significado un avance significativo en esta materia, aún necesita mejoras en la protección de mujeres migrantes en situación irregular o de las mujeres con discapacidad, quienes enfrentan barreras adicionales a la hora de denunciar.

En países como Canadá, existen estrategias nacionales contra la violencia de género que incluyen medidas específicas para mujeres indígenas, quienes sufren una tasa desproporcionadamente alta de feminicidios, mientras que en Argentina y Suecia se han implementado capacitaciones para garantizar que quienes atienden a las víctimas comprendan los factores interseccionales que agravan la violencia de género.

Las empresas también pueden desempeñar un papel clave en la prevención de la violencia de género mediante políticas que aborden la discriminación múltiple. Algunas acciones concretas serían los protocolos contra la violencia de género con enfoque interseccional, incluyendo medidas específicas para atender a trabajadoras con discapacidad, personas trans o empleadas en situación de vulnerabilidad o las formaciones inclusivas, capacitando a las plantillas en conceptos de interseccionalidad y sesgos inconscientes, lo cual permite generar entornos laborales más seguros y prevenir la discriminación.

Empresas como Telefónica han implementado medidas de flexibilidad horaria, asistencia psicológica y económica para trabajadoras víctimas de violencia, facilitando su protección sin que pierdan estabilidad laboral. Desde la adaptación de los espacios físicos hasta la implementación de tecnologías accesibles para la comunicación, las empresas deben considerar la diversidad de su plantilla y sus necesidades específicas de una manera integral.

 

Algunos ejemplos de discriminación múltiple

Entre los colectivos de mujeres contra los que se ejerce una violencia de género que alcanza proporciones especialmente graves debido a la interseccionalidad de distintos factores cabe mencionar a las migrantes en situación irregular, las mujeres trans y las que presentan algún tipo de discapacidad. 

En cuanto a las primeras, muchas no denuncian la violencia por miedo a ser deportadas. Una solución sería garantizar protección jurídica y permisos de residencia temporal a quienes presentan dicha denuncia, como se hace en algunos países europeos. En cuanto a las mujeres trans víctimas de violencia, a menudo enfrentan barreras para acceder a refugios, ya que algunos espacios están diseñados solo para mujeres cis. Una medida efectiva sería la creación de refugios inclusivos o políticas de admisión que contemplen la identidad de género. Finalmente, las mujeres con discapacidad dependen en ciertos casos económicamente de su agresor o enfrentan obstáculos físicos y de comunicación para acceder a servicios de ayuda. Las políticas de accesibilidad en refugios, líneas de atención en lengua de signos y asistencia personalizada son esenciales para atender esta problemática.

En definitiva, adoptar una perspectiva interseccional en la lucha contra la violencia de género no es un lujo, sino una necesidad. Tanto desde el sector público como privado es imprescindible reconocer las múltiples capas de discriminación que enfrentan algunas mujeres y diseñar soluciones adaptadas a sus realidades. Solo así podremos garantizar una protección efectiva para todas ellas. 

Género, clase y raza son algunos de los elementos fundamentales a la hora de analizar cualquier violencia desde un punto de vista interseccional: https://perifericas.es/blogs/blog/genero-clase-y-raza-entrelazando-las-dimensiones-de-la-opresion

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