Por Estefanía Ros Cordón, criminóloga y consultora especializada en prevención de la violencia, compliance e igualdad de género. Es la fundadora de Ethikos & Compliance, desde donde asesora a entidades en la protección de menores y la gestión del riesgo en entornos educativos y empresariales
La carga mental es un concepto que ha cobrado relevancia en los últimos años. Se refiere al peso invisible de la gestión, organización y supervisión de tareas que, aunque no siempre impliquen una acción física inmediata, demandan un esfuerzo cognitivo y emocional constante. En la mayoría de los casos, las mujeres son quienes soportan esta carga tanto en el ámbito familiar como en el laboral, lo que tiene consecuencias directas sobre su bienestar, salud mental y oportunidades de desarrollo profesional.
El concepto de carga mental fue popularizado por la ilustradora francesa Emma Clit en su cómic You Should've Asked, donde expone cómo muchas mujeres, además de realizar tareas domésticas, son responsables de la planificación y gestión del hogar, lo que incluye recordar citas médicas, hacer listas de compras, coordinar horarios de actividades de los hijos, gestionar reparaciones y un sinfín de detalles cotidianos que suelen pasar desapercibidos.
Aunque cada vez más hombres participan en las tareas del hogar, la carga mental sigue recayendo mayoritariamente sobre ellas y, en muchos casos, incluso cuando los varones contribuyen, las mujeres deben supervisar y recordarles lo que hay que hacer, lo que perpetúa un desequilibrio en la distribución de responsabilidades. Este fenómeno no solo afecta a su tiempo libre, sino que también puede generar estrés, ansiedad y agotamiento, pues la dificultad para desconectar mentalmente de estas responsabilidades impacta en su calidad de vida y bienestar emocional.
En el entorno laboral, la carga mental también se manifiesta de diversas maneras, puesto que muchas mujeres desempeñan funciones adicionales no remuneradas o no reconocidas formalmente, como la organización de eventos, la gestión del bienestar emocional del equipo o la supervisión de tareas administrativas complementarias.
Además, suelen enfrentarse a expectativas culturales que las llevan a asumir un rol de "cuidadoras" dentro de la empresa, lo que se traduce en la toma de responsabilidades como mentoría informal, apoyo emocional a colegas o inclusión en comités de diversidad sin que estas tareas sean valoradas en su trayectoria profesional o reflejadas en ascensos y aumentos salariales.
El hecho de que muchas mujeres deban compatibilizar la carga mental del hogar con la del trabajo genera una doble jornada extenuante, lo que puede traducirse en menor productividad, dificultades para acceder a puestos de liderazgo y una mayor propensión al "burnout" o síndrome de agotamiento laboral.
Consecuencias de la carga mental en las mujeres
Entre las principales consecuencias del impacto de la carga mental en la vida de las mujeres podríamos destacar las siguientes:
· Estrés crónico: la preocupación constante por la gestión del hogar y el trabajo genera una tensión mental sostenida.
· Ansiedad y depresión: la imposibilidad de desconectar mentalmente contribuye al desgaste emocional.
· Menor desarrollo profesional: la carga mental limita las oportunidades de crecimiento laboral, ya que muchas mujeres se ven obligadas a priorizar la conciliación sobre su desarrollo profesional.
· Desigualdad en la distribución del tiempo libre: mientras que los hombres tienden a disponer de más tiempo de ocio efectivo, las mujeres a menudo usan su "tiempo libre" para gestionar tareas pendientes.
En este sentido, reducir la carga mental requiere un cambio cultural y estructural tanto en el ámbito familiar como en el laboral, para lograr un reparto equitativo de responsabilidades que incluya no solo dividir tareas domésticas, sino también compartir la planificación y supervisión de las mismas.
En el ámbito laboral, es fundamental que las empresas reconozcan y distribuyan de manera equitativa las responsabilidades adicionales que suelen recaer en las mujeres. Del mismo modo, empresas y gobiernos deben fomentar horarios flexibles, teletrabajo y licencias parentales equitativas.
Hablar abiertamente sobre la carga mental ayuda a generar conciencia y a implementar cambios estructurales y ello debe comenzar desde la infancia, cuando es clave inculcar una división equitativa de tareas en el hogar para evitar que la carga mental se perpetúe en futuras generaciones.
Su solución, pues, no depende solo de decisiones individuales, sino de un cambio colectivo que involucre a familias, empresas y sociedades en su conjunto. Al reconocer, visibilizar y redistribuir esta carga de manera equitativa se puede avanzar hacia una verdadera igualdad de género en todos los ámbitos de la vida.
¿Dónde queda el autocuidado en un sistema patriarcal, capitalista y precario? Sobre ello reflexionamos anteriormente en el blog: https://perifericas.es/blogs/blog/el-autocuidado-contra-el-patriarcado