Por Alba Peñasco, graduada en Filología Hispánica, Máster en Profesorado de Educación Secundaria y experta en género y coeducación
“Menstruar no es natural, es cultural. El problema no es la menstruación como función corporal, sino quién menstrúa en esta sociedad. Ya que los cuerpos que menstrúan no son los cuerpos que han creado el relato menstrual. Este relato, ajeno a la experiencia vivida, está plagado de mitos. (…) Entre lo que han escrito y lo que cada una vivimos a lo largo de nuestros ciclos anida un grito sordo que nos amarra en la incesante sospecha: ¿esto que me pasa es real o me lo estoy inventando?, ¿soy la única a la que le sucede?, ¿estoy loca?”.
Erika Irusta escribe su libro Yo menstrúo. Un manifiesto con el objetivo de “sacudir la empatía, abrir grietas y romper el mar de hielo que llevamos dentro”. Estas preguntas, que probablemente muchas de nosotras también nos habremos hecho alguna vez, son el comienzo de una conversación entre autora y lectoras acerca de “aquello que, todavía, no sabemos que ignoramos”.
Erika es pedagoga menstrual, una disciplina inexistente hasta que ella estableció sus bases y comenzó a ponerla en práctica. También es escritora y activista, creadora de la web El camino rubí y de la primera comunidad educativa sobre el ciclo menstrual constituida como una red social de cuidados, la Comunidad Soy1soy4. En la editorial Cátedra ha publicado sus dos libros, Diario de un cuerpo, que vio la luz en 2016, y el que nos ocupa hoy, cuya primera edición salió a la luz en octubre de 2018.
No estás loca, eres cíclica
Cinco mitos y una idea central, la de la ciclicidad, vertebran este manifiesto en el que Erika nos hace reflexionar y reconstruir desde nuevas perspectivas nuestra experiencia menstruante. Cinco dictados que resuenan en nuestras cabezas porque nos han acompañado probablemente desde que somos niñas y comenzaron a perseguirnos el día que empezamos a sangrar: “menstruar nos hace mujeres”, “menstruar duele”, “somos hormonas con patas”, “menstruar es de antiguas” y “¡tú puedes con todo!, ¡que la regla no te pare!”.
¿Y si realmente menstruar no es algo tan pesado, indeseable y doloroso y lo que ocurre es que lo que duele es menstruar en esta sociedad? Erika lo tiene claro, el problema no es la menstruación, sino quién menstrúa en este sistema heteropatriarcal y capitalista y desde qué ángulos se ha considerado esta función corporal. Para la autora, la menstruación es un hecho biopsicosocial, pues el dolor físico, mental y emocional que puede producirnos no es comprensible si no se aborda desde todos los factores psicológicos y sociales que nos atraviesan al mismo tiempo que tiene lugar el hecho biológico como tal.
Sin embargo, el abordaje que hegemónicamente se ha realizado sobre nuestros cuerpos desde el ámbito científico-médico e incluso psicológico ha sido llevado a cabo a través del asimilacionismo al “cuerpo universal”, es decir, al masculino. No es de extrañar, por lo tanto, que el hecho menstrual no fuese algo importante sobre lo que investigar y acerca de lo que generar conocimiento y educación. Todos los cambios que ocurren en nuestro cuerpo a lo largo del ciclo (cambios físicos, mentales o anímicos) se han señalado en un primer lugar como "errores por los que infantilizarnos" y alejarnos de según qué tareas en la sociedad, para después pasar a medicalizarlos y dirigirnos hacia la negación de nuestras propias experiencias corporales.
Este renegar del cuerpo Erika lo ejemplifica variadamente a lo largo de estas páginas, pues no solo se refiere a la necesidad impuesta de modificarnos a través de dietas, depilaciones o tratamientos estéticos para encajar en un canon, sino que pone de manifiesto cómo parece que las mujeres seamos los únicos seres humanos a los que se debe convencer de que nuestros procesos químicos se pueden apagar, sin ningún tipo de consecuencia, con el objetivo de encajar en lo que se espera de nosotras (¡que la regla no te pare!), un ejemplo claro de la patologización de la experiencia femenina con todas las consecuencias que esto ha conllevado.
Entre todas las malas prácticas que expone Yo menstrúo, Erika Irusta intercala su voz, su experiencia y todo el conocimiento que ha adquirido como pedagoga menstrual, para plantearnos la reconquista de nuestros cuerpos y nuestras vivencias a través del diálogo, una conversación con nosotras mismas y con las demás compañeras acerca de aquello que no sabíamos que ignorábamos: que no estamos locas, que nos han hecho pensar que sí, pero que lo que realmente ocurre es que somos cíclicas. Y lo somos, además, en un ambiente hostil, pero cuanto más hablemos de ello, más alcemos la voz y más nos escuchemos, más cerca estaremos de alcanzar una calidad de vida que nos ha sido negada.
<<Yo menstrúo.
Yo monstruo.
Muto y no me doy miedo.
Mancho y no me doy asco.
Me tienes, te tengo hermana, aprieta mi mano.
Último aviso para navegantes:
esta mierda termina ahora,
aquí, en ti, en mí.
Libera al monstruo,
déjala correr, déjala gritar, déjala gemir>>
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