Por María Amparo Goas, graduada enTrabajo Social y Criminología en la Universidad Pontificia de Comillas y con un curso de Género y Sexualidad con la British Columbia University
Las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes (Círculo de lectores, 1997) es un libro de autoayuda escrito por Ute Ehrhardt, psicóloga alemana especializada en autoestima.
La obra se acerca a las mujeres y a los mecanismos mentales que nos han inculcado mediante la socialización, mientras busca derribarlos para que puedan ofrecer todo el potencial que tienen a sí mismas y al mundo. Mediante el uso de historias de vida de una gran variedad de mujeres, Ute pretende demostrar que todas ellas tienen el poder de superar las trampas mentales que se imponen a sí mismas.
La conducta irreprochable esperada hacia las mujeres no se asienta sobre ningún fundamento que la justifique, sino que es impuesta a esa mitad de la población y reproducida durante generaciones mediante el aprendizaje. De esta forma, derribar todos esos patrones asociados a nuestra educación no es más que una forma de liberarse de las pautas de comportamiento obligadas del patriarcado.
Durante la lectura no solo se ponen de manifiesto testimonios de diversas mujeres, sino que, a su vez, la autora plantea una serie de supuestos con el objetivo de hacer reflexionar a la lectora acerca de diversos temas en los que previamente se ha indagado con ejemplos y reflexiones desarrollados por ella misma. Con esto lo que se busca es que el libro se constituya en una herramienta para que la lectora que asimile estos planteamientos se proyecte a sí misma en su situación ideal, independientemente de si esta situación ideal desafía la conducta esperada en función de su género.
El síndrome de la chica buena
El síndrome de la chica buena afecta a aquellas personas (especialmente mujeres, por la socialización recibida) que tienden a desvalorizar sus propias necesidades y deseos por las de las personas que son cercanas a ellas. El poner de forma altruista al otro por encima de una misma es una estrategia que se sigue para evitar la etiqueta de “egoísta”, que tanto miedo genera entre la población femenina.
De esta forma, la socialización que recibimos las mujeres se encuentra muy enfocada en que desarrollemos unas dinámicas de relación con las personas que nos rodean que derivan en que se refuercen socialmente todas aquellas actitudes altruistas y se desincentive que miremos por nuestros propios intereses por encima de los de otras personas.
A veces las estrategias de bondad aprendidas pueden desembocar en una falta de aprendizaje de habilidades para defenderse de las personas que utilizan la socialización de género para aprovecharse y ponerse en posiciones de poder sobre ellas.
A lo largo de la lectura, Ute recuerda a las mujeres su propio poder, su capacidad para alzar la voz e imponer límites a aquellas personas con las que convivimos que sacan ventaja de que no utilicemos las herramientas que tenemos para defendernos de quien se aprovecha de nuestra socialización.
El libro, mediante planteamientos directos que realiza a la lectora, se enfoca en elaborar estrategias que fomenten que las mujeres repiensen la forma en la que se relacionan y no cedan a las imposiciones sociales que hacen que nos minimicemos y desvaloricemos en comparación con el resto. De esta forma, la obra busca que las lectoras se empoderen a sí mismas y escuchen sus necesidades, sin miedo al rechazo que la sociedad vaya a sentir por ellas.
Un libro de autoayuda que se convierte en una lectura de autoempoderamiento, en el momento en que las lectoras integran las pautas que la autora plantea y ponen en práctica el uso de su propia voz para reivindicar su sitio como iguales con los hombres.
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1 comentario
Es uno de los mejores libros que leí en mi adolescencia, recuerdo una parte del libro que cita puntualmente el ejemplo de las mujeres cuando cocinan algún plato a su familia, en caso de que alguno de los alimentos se quemen o desparramen, siempre será para ella esa porción, en caso de que no alcance por alguna razon también ella dejará de comer, y antepondrá sus necesidades a las de los demás del grupo familiar, increíblemente esas conductas las recordé en mí misma y en mi madre, es hora de romper con esos patrones patriarcales en donde si eres suficientemente buena tus necesidades están por debajo de los demás, es completamente injusto e irracional. Es un ejemplo muy simple de las conductas de sumición frecuentes pero muy poderoso para la reflexión.