EL RÉGIMEN GORDOFÓBICO COMO HERRAMIENTA DE PRESIÓN POLÍTICA

EL RÉGIMEN GORDOFÓBICO COMO HERRAMIENTA DE PRESIÓN POLÍTICA

Por Molly Erin, estudiante de Psicología en la Universitat de Barcelona, actualmente especializándose en cuestiones de género, con especial atención a la salud menstrual y la sexología 

¿Qué significa encajar en el canon de belleza femenina en una sociedad patriarcal? ¿Cómo se ha desarrollado este canon, y a qué necesidades del poder responde? ¿Por qué interesa al patriarcado tener a las mujeres en un régimen de dieta permanente?

El canon de belleza femenina sufre un cambio abrupto en torno a 1920, el mismo año en que las mujeres estadounidenses obtuvieron el derecho a voto. De la enfatización de vientres amplios, rostros redondeados y nalgas y muslos generosos y llenos de hoyuelos del siglo XIX, pasamos - con una regresión fugaz en los cincuenta - al enaltecimiento de la delgadez y la dieta contíuna. Este gran cambio en el canon es de carácter innegablemente político y debe entenderse como una solución directa a los peligros que plantean el movimiento feminista y la libertad económica y reproductiva. En palabras de Naomi Wolf: «la dieta es el sedante político más potente de la historia de las mujeres».

Varios estudios hallaron que la restricción prolongada y periódica de calorías (es decir, la dieta) produce una personalidad particular, cuyos rasgos son la pasividad, la ansiedad y la emotividad. Estos rasgos se contraponen a los que estaban alcanzando las mujeres mediante su incorporación exitosa al mundo académico y laboral (autoestima elevada, sensación de eficacia, valor propio, etc), y dificultan su progreso en estos ámbitos, frenando la revolución. ¿Cómo voy a poder desarrollarme profesionalmente si estoy en situación de restricción de calorías y me falta la energía? De nuevo en palabras de Wolf: «la fijación cultural por la delgadez de la mujer no es una obsesión por la belleza femenina, sino una obsesión por su obediencia».

Vemos así que el canon de belleza actual, lejos de ser neutro o de ser cuestión de gustos personales, es una herramienta muy eficaz de opresión política y social. El «patriarca interior» es la unidad mínima del patriarcado y vive en nuestro subconsciente colectivo, alimentándose de las imágenes glorificadas de la publicidad y los medios de comunicación, recordándonos nuestras “imperfecciones” y minando nuestra autoestima.

 

Aprendiendo a amar nuestros cuerpos

Actualmente, con el movimiento body-positive (que resalta la belleza de los cuerpos no normativos) y el movimiento body-neutral (que insta a dejar de dar importancia al físico), parece que estamos avanzando respecto a la delgadez obligatoria. Aún así, el 20% de universitarias estadounidenses sufren de trastornos alimenticios en algún punto de su carrera y el 75% de mujeres de entre 18 y 35 años que participaron en una encuesta realizada por la revista Glamour se muestran insatisfechas con su peso y manifiestan querer perder de cinco a siete quilos.

En el Estado español, cada año 400.000 personas, la inmensa mayoría mujeres, sufren un trastorno de la conducta alimentaria. En estos datos - y en experiencia personal - se basa el proyecto «476 gramos: relatos de una enfermedad invisible en una sociedad gordofóbica» de la artivista Cinta Tort Cartó (o Zinteta). A través de este proyecto artístico, pretende concienciar a la población de una cruda realidad que nace del deseo histórico del poder de silenciar a las mujeres. Pretendieron - mediante un conjunto de imposiciones estéticas y sociales en base a nuestro género - robarnos la posibilidad de llegar a ser escuchadas, de ser sujetos activos en la vida política y cultural. Hemos salido del hogar, hemos ganado el derecho a voto, nos hemos incorporado masivamente al mercado laboral y estamos teniendo un gran impacto en la política global. Aún así, muchas nos sentimos inseguras de nuestro valor - por muy exitosas, productivas y creativas que seamos, sabemos que se nos sigue evaluando en base a nuestro físico, y nos han inculcado que nuestro cuerpo nunca va a estar a la altura.

¿Y qué podemos hacer? Cambiar nuestro discurso interior es una tarea compleja, descargarnos de tantos años de escuchar e interiorizar comentarios sobre nuestro físico y el de otras mujeres va a llevar mucho trabajo. Quizás un primer paso que podamos dar es intentar escuchar nuestras reacciones internas al observar a nuestras compañeras y cambiar - poco a poco - la base de nuestros juicios sobre ellas. La sororidad y la estima hacia otras mujeres - e identidades disidentes - es la herramienta más poderosa que tenemos para comenzar a desaprender todo aquello que el patriarcado nos enseñó.

 

En nuestras masterclass encontrarás interesantes debates sobre la necesidad de luchar por nuestro empodramiento y placer más allá de los cánones del patriarcado: https://perifericas.es/collections/cursos/products/pack-de-41-masterclass-online
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