¿EMPRENDEDORAS O IMPOSTORAS?

¿EMPRENDEDORAS O IMPOSTORAS?

Por Constanza Taccari, psicóloga, especialista en formación y orientación laboral y consultora en igualdad, diversidad e inclusión. Como orientadora laboral, acompaña a mujeres migrantes en su inserción y desarrollo profesional en España

Lo que habitualmente llamamos “confianza en una misma” tiene que ver con todo aquello que nos permite abordar los desafíos de la vida, ir hacia adelante, apostar por nuestros sueños y no quedarnos atrapadas en una duda eterna. Gracias a esa confianza es que podemos embarcarnos en proyectos propios, con la certeza de que somos capaces de conseguir nuestros objetivos.

Cuando esta confianza nos falta, aparece el conocido “síndrome de la impostora”, definido por las autoras Élisabeth Cadoche y Anne de Montarlot como una serie de factores internos que obstaculizan nuestro desarrollo personal y profesional. Algunos de esos factores pueden ser el miedo al fracaso, la excesiva autocrítica (sobre nuestro trabajo, por ejemplo) y las dudas sobre nuestras propias capacidades/habilidades para desarrollar determinadas actividades.

En el mundo laboral, muchas mujeres se encuentran con un doble desafío: por un lado, vencer a las “impostoras” que llevan dentro y, por otro, intentar sortear las incontables barreras de género que existen actualmente en el mundo del trabajo (y fuera de él), como por ejemplo: una educación sexista que nos prepara, desde muy pequeñas, para criar, cuidar y ser las principales responsables de las tareas domésticas, una brecha salarial que nos empobrece cada día más, dificultades para conciliar nuestra vida personal y laboral, exposición a distintos tipos de violencias en nuestros propios lugares de trabajo, el famoso (y todavía resistente) “techo de cristal”, con el que nos seguimos encontrando en muchas empresas… entre otras. Lamentablemente, la lista sigue siendo interminable. 

De esta forma, factores internos y externos interaccionan y se retroalimentan los unos a los otros, creando, en muchos casos, complejos escenarios para las mujeres que buscan insertarse y/o desarrollarse profesionalmente. 

 

Poner en valor nuestras habilidades y recursos

El mundo del emprendimiento no está exento de barreras para el desarrollo de las mujeres. Todas aquellas que hayan emprendido alguna vez, seguramente conocen la incertidumbre, los interrogantes y, en muchos casos, el miedo que supone “lanzarse a la piscina”, apostando por un proyecto profesional propio. Claramente hay ciertos factores inherentes al hecho de emprender, que hacen que pueda ser un proceso complejo para (casi) cualquier persona: la inversión (de tiempo, dinero y energía) que representa, las preguntas acerca de si funcionará o no, las opiniones o experiencias ajenas, que a veces obstaculizan el camino más de lo que ayudan, entre otros. 

Ahora bien, desde una perspectiva de género podemos decir que las mujeres emprendedoras muchas veces experimentamos, además de estas cuestiones generales, un diálogo interno con nuestras “impostoras” que nos obliga, una y otra vez, a revisar nuestras ideas, poner en duda nuestro valor y desconfiar de nuestra preparación o cualificación para realizar un determinado trabajo. Sumado a esto, las dificultades que encontramos las mujeres en el mundo del trabajo (detalladas anteriormente), también se hacen presentes en el emprendimiento. Y así vamos: surfeando las olas que la aventura de emprender nos presenta a las mujeres en la actualidad. 

Lo interesante aquí no es sólo identificar estas barreras, sino intentar tenerlas muy presentes a la hora de “juzgarnos” a nosotras mismas, y buscar ser cada día un poco más amorosas con nosotras, cuidadosas en las formas en las que nos tratamos, y entendiendo que, a veces, los malos momentos no tienen que ver con nuestra falta de competencia o con no habernos esforzado lo suficiente, sino con muchos (muchísimos) otros elementos de nuestro entorno, que no siempre podemos controlar. 

Se trata de avanzar reconociendo nuestras limitaciones personales, pero también poniendo en valor todas las habilidades y recursos que hemos desarrollado en el camino del emprendimiento (que seguramente sean muchos), entendiendo la estructura social-cultural que nos educa, coarta y obstaculiza, pero trabajando (cada día un poco más) por construir otras formas de ser, estar y de vincularnos, principalmente entre mujeres. Porque eso que llamamos “confianza en una misma” se construye a diario, y es un camino que es mucho más bonito cuando se transita acompañada.

¿Eres emprendedora y quieres acceder a claves y consejos para mejorar tus proyectos y hacerlos más igualitarios? Tenemos una newsletter especializada en estos temas: https://perifericas.es/pages/formacion-entidades
Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.