EL PROBLEMA QUE NO TIENE NOMBRE

EL PROBLEMA QUE NO TIENE NOMBRE

Por Carmen Frutos Aragóngraduada en ciencia política y administración publica, máster en estudios interdisciplinares de género y en prevención de maltrato y violencia de género

En los años 60 las mujeres de Estados Unidos no eran felices. Aunque cumplían todos los mandatos impuestos socialmente para ellas, como formar una familia, tener una casa, ser buenas esposas y comprar el ultimo electrodoméstico del mercado, no estaban satisfechas y sentían un vacío.

Este problema fue creciendo con los años y lo que aparentemente podía entenderse como un sentimiento pasajero se mantuvo durante mucho más tiempo. Las norteamericanas describían su pesar como una inquietud extraña, una sensación de disgusto y ansiedad. Aparentemente a todas las esposas blancas de clase media de Estados Unidos les ocurría lo mismo.

Este malestar llevaba a muchas de ellas a sufrir depresión, insomnio, alcoholismo e incluso a suicidarse. En aquellos años se creía que las mujeres tenían una tendencia genética que hacía que padeciesen más enfermedades mentales. Además, estas enfermedades mentales estaban totalmente estigmatizadas, por lo que reconocer que las padecías era un auténtico lastre social.

Betty Friedan, psicóloga y activista, se preocupó por este fenómeno y fue así como abría el primer capítulo de La mística de la feminidad en 1963un libro que pretendía adentrarse en ese malestar femenino que estaba latente en los Estados Unidos de su época. Friedan nombró a este malestar como el problema que no tiene nombre.

La mística de la feminidad logró plasmar las causas de dicho malestar social  de  las mujeres, que venían dadas de haber sido relegadas a un rol secundario y pasivo para ajustarse a los estereotipos de género. Si miramos estas enfermedades mentales con perspectiva de género, observamos que no hay una tendencia genética, sino que existen ciertas opresiones y disidencias sexuales que solo sufrimos las mujeres. Estas opresiones tienen la capacidad de alterar nuestra psique de manera profunda e impactan en nuestra forma de vivir. Todo nuestro entorno y nuestras vidas son atravesadas por estos obstáculos que se nos imponen.

A nivel laboral, académico, familiar, romántico etc. se nos han impuesto unos modelos muy estrictos a seguir, que no son realistas y resultan casi imposibles de mantener, ya que es muy fácil no encajar en esa imagen y que esto sea frustrante. Más aun si, en el contexto en que Friedan escribía, después de la Segunda Guerra Mundial, algunas mujeres hubieran podido estudiar e insertarse en el mundo laboral, y les hubiesen vendido la imagen de las mujeres heroínas que podían convertirse en lo que ellas quisieran, para ser relegadas nuevamente tras el conflicto al rol de esposas hogareñas y complacientes.

Este malestar por no encajar dentro del estereotipo hacía que las mujeres fueran rápidamente medicadas para que mantuvieran la calma, pues era mucho más factible eso que aceptar que la mitad de la población no puede encajar en una sola imagen de lo que es ser mujer.

 

Una obra con mucho de autobiográfico

La mística de la feminidad no solo nos habla de las cadenas que la feminidad nos impone, sino que nos invita a reflexionar sobre un feminismo más interior, profundo y trascendental. Es muy fácil conectar con sus reflexiones, pues la propia Betty Friedan misma sufrió lo que es quedar relegada a un segundo plano y tener que vivir una vida a través de un hombre. Y es que, después de haber estudiado y trabajado, lo dejó todo por complacer a su marido, y así es como ella también empezó a padecer el problema que no tiene nombre. El papel que le habían asignado no llenaba sus energías, ni desarrollaba su potencial ni aspiraciones. Solo le creaba insatisfacción y represión hacia ella misma.

Su obra La mística de la feminidad tuvo tanto éxito que se convirtió en un superventas en cuestión de meses; además, ganó el premio Pulitzer un año después de su publicación. Este libro se ha convertido en un referente de la Tercera Ola del feminismo y marcó un antes y un después en la manera de entender los roles y estereotipos de género.

Si quieres aprender más sobre la Tercera Ola del feminismo, en la que se enmarca el trabajo de Betty Friedan, te invitamos a leer el siguiente artículo: https://perifericas.es/blogs/blog/que-es-la-tercera-ola-del-feminismo

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