¿CONOCES LA ESCALERA DEL PRIVILEGIO?

¿CONOCES LA ESCALERA DEL PRIVILEGIO?

Por Lara Rodríguez Pereira, graduada en Estudios Internacionales y estudiante de Máster en Cooperación al Desarrollo, con enfoque en género, derechos humanos y procesos de desarrollo

¿Alguna vez te has detenido a pensar en los privilegios que tienes? ¿O en los de las personas que te rodean? ¿O tal vez en aquellos de los que careces? Puede que esta sea una cuestión en la que nunca te hayas parado a pensar, o quizá no con suficiente profundidad. Incluso puede que reconocerte como alguien privilegiado te incomode. La escalera del privilegio es una dinámica que invita a reflexionar sobre todas estas cuestiones.

Andrea Parra, en su charla TED “Qué hago yo con mi privilegio”, reflexiona sobre cómo podemos asumir la responsabilidad de dichos privilegios. Afirma que “el privilegio y la opresión son como un río, algunas personas nacen ribera arriba y otras personas nacen ribera abajo. Quienes nacen ribera arriba pueden flotar y la corriente les empuja. Quienes nacen ribera abajo, nadan contra la corriente todo el tiempo, y eso desgasta mucha energía”.

Experimentamos los privilegios de formas distintas según el lugar donde nacemos, el color de nuestra piel, el barrio en el que vivimos, la identidad de género, el estatus social, la situación administrativa, nuestras condiciones físicas o mentales, el idioma, la edad, la educación, el nivel económico, la red de apoyo, la orientación sexual o el hecho de haber sido desplazados, entre otros factores. Y nuestra posición en la sociedad condiciona la facilidad con la que percibimos unos privilegios frente a otros. Andrea Parra define el privilegio como “los beneficios no ganados que tengo por el solo hecho de pertenecer a un grupo que la sociedad sobrevalora”. Las opresiones hacen referencia a lo contrario: facilitan la vida de algunas personas y dificultan la de otras.

Un ejemplo claro es la encuesta que realizó Sandra Miret en sus redes sociales, donde preguntó: “¿Qué harías si durante 24 horas todos los hombres desaparecieran del planeta?”. Los resultados revelaron que el 34 % de las mujeres dijeron que saldrían a pasear de noche, el 15 % que irían de fiesta y el 14 % que se vestirían como quisieran. En cambio, el 40 % de los hombres respondió que haría lo mismo, nada o que no sabía; el 11 % afirmó que estaría triste o aburrido, y el 9 % que echaría de menos a las mujeres. Los hombres, en general, cuentan con un privilegio frente a las mujeres: pueden caminar sintiéndose seguros por la noche. Por eso, para muchos, esta posibilidad ni siquiera aparece como una respuesta… porque ya la viven.

Los feminismos permiten analizar, de forma estructural y desde una perspectiva de poder, las categorías sociales, su construcción y su interrelación, así como las formas en que se traducen en privilegios o barreras para personas concretas y colectivos con características compartidas. A través de la dinámica de la escalera del privilegio, podemos visibilizar realidades que suelen permanecer ocultas y cuestionar cuál es nuestro lugar en la sociedad.

 

Indicaciones para realizarla

Es posible realizar la escalera o caminata del privilegio individualmente, de forma introspectiva, o en grupo. Se trata de un autoexamen que puede ayudar a identificar potenciales privilegios u obstáculos presentes en la sociedad.

La escalera sirve como una metáfora: la distancia a ascender es compartida, pero las oportunidades para progresar no son las mismas. Reconocer los privilegios que poseemos es el primer paso para hacernos responsables de ellos y facilitar una inclusión real, desde la empatía y el reconocimiento de que, por ser quienes somos, partimos de lugares distintos. Imagina, por ejemplo, que tu escalera tiene cinco escalones, mientras que la de otra persona de tu entorno familiar, amistoso o laboral tiene solo dos. ¿A que ascender te resultaría mucho más fácil a ti que a ella? 

Cuando se utiliza como dinámica grupal y herramienta pedagógica, permite descubrir las experiencias de vida de otras personas participantes, e indagar en cómo se configuran las “distintas escaleras” que existen dentro de la sociedad. También permite comprender que el hecho de que tengamos ciertas ventajas no implica un mérito individual, sino condiciones favorables que en muchas ocasiones “vienen dadas”.

La mecánica para ponerla en práctica es simple: puedes usar una hoja de papel o hacerlo digitalmente. Todo el mundo comienza con una escalera de un solo escalón. Se plantea una serie de preguntas y, si la respuesta es afirmativa, se dibuja un nuevo escalón en la escalera; si no, permaneces con el mismo número de escalones.

Aquí te proponemos una serie de cinco preguntas para comenzar:

1.¿Eres un hombre cisgénero?
2.¿No perteneces a la comunidad LGBTQ+?
3.¿Eres una persona blanca?
4.¿Has tenido la posibilidad de acceder (independientemente de si lo hiciste o no) a educación superior?
5. ¿Te consideras una persona sin ninguna enfermedad o discapacidad reconocida?

 

Lo valioso de esta dinámica es que las preguntas pueden adaptarse al contexto al que te enfrentes, para evidenciar tanto facilidades como barreras. Por ejemplo: ¿Has sentido que tu vida estaba en peligro por expresar tus ideas libremente? ¿Tus opiniones suelen ser ignoradas o no tenidas en cuenta?

Te animamos a descubrir cuántos escalones tiene tu escalera y a reflexionar sobre las de otras personas. Se trata de entender, empatizar y tomar conciencia de realidades que a menudo son invisibles —o están sistemáticamente invisibilizadas— por la forma en que nuestras sociedades excluyen y discriminan a ciertos colectivos o individuos.

 

Si quieres saber más cómo se interrelacionan las distintas formas de opresión, seguro que te interesa este artículo sobre la interseccionalidad: https://perifericas.es/blogs/blog/si-no-es-interseccional-no-es-feminismo

 

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