GÉNERO, CLASE Y RAZA: ENTRELAZANDO LAS DIMENSIONES DE LA OPRESIÓN

GÉNERO, CLASE Y RAZA: ENTRELAZANDO LAS DIMENSIONES DE LA OPRESIÓN

Por Alejandra Neira, pedagoga especializada en igualdad e inclusión con perspectiva de género, con experiencia en proyectos coeducativos e intervención con mujeres en situación de violencia de género y/o en riesgo de exclusión social

Una crítica urgente se alza contra el enfoque predominante en el feminismo, aquel que, a menudo blanco y hegemonizado, pasa por alto las intersecciones vitales entre género, clase y raza. Esta omisión representa una fractura fundamental en la comprensión y el abordaje de las estructuras de opresión que moldean nuestras vidas. Conviene sumergirse e la compleja red de intersecciones entre estas dimensiones, explorando cómo operan en conjunto para perpetuar diversas formas de desigualdad en nuestra sociedad.

La pregunta inicial es simple: ¿El feminismo hegemónico y ampliamente aceptado excluye a algunas mujeres? Puede ser así. A menudo, este feminismo, que generalmente es practicado por mujeres blancas y de clase media o alta, puede involuntariamente ignorar las experiencias de mujeres que no entran dentro de estos estándares. Por ejemplo, cuando se habla de "mujeres", a menudo se refiere a blancas y europeas, lo que deja fuera las experiencias de mujeres de otros orígenes étnicos o culturales. 

Ante estas limitaciones, diversos feminismos buscan, fundamentalmente desde los años setenta, abordar de manera más inclusiva las complejidades de la opresión de género. Entre ellos se encuentran los feminismos decoloniales, los feminismos islámicos, los feminismos gitanos o los feminismos chicanos. Dichos feminismos representan una respuesta crítica a las limitaciones del feminismo hegemónico y aspiran a promover una mayor diversidad y representatividad dentro del propio movimiento, reconociendo y dando voz a las experiencias de mujeres que quedan fuera de los discursos dominantes.

 

Intersecciones de poder y privilegio

Aunque las opresiones tienen múltiples facetas, en este artículo nos centraremos en tres entramados específicos que se entrelazan de manera interseccional, vinculándose con sistemas de opresión y dominación: se trata de los entramados racial, de género y socioeconómico. Estos entramados se vinculan de manera tan compleja que resulta fundamental desentrañar sus conexiones para comprender plenamente cómo operan y perpetúan diversas formas de desigualdades en nuestras sociedades. Al analizar estos tres componentes podemos desvelar las intersecciones y dinámicas que refuerzan y perpetúan estructuras de poder desiguales, permitiendo así una comprensión más profunda de cómo se entrelazan y se refuerzan mutuamente

El término "interseccionalidad", acuñado por Kimberlé Crenshaw en 1989, se define como “el fenómeno por el cual cada persona sufre opresión, discriminación o, al contrario, ostenta privilegio en base a su pertenencia a diversas categorías sociales”. En otras palabras, describe cómo diferentes factores, como género, raza, clase social, entre otros, se entrelazan para generar una red compleja de privilegios y desventajas.

Por ejemplo, en nuestra sociedad, una mujer blanca puede tener más privilegios que una mujer negra, ya que en esta última se combinan factores de género y raza. Sin embargo, incluso entre mujeres blancas, los privilegios pueden variar dependiendo de otros factores interseccionales, como la clase social. Imaginemos una pertenece a la clase obrera baja y la otra a la clase alta. En este caso, el factor socioeconómico intersecta generando diferentes niveles de privilegio dentro del grupo de mujeres blancas.

Estas intersecciones no se limitan a género y raza, sino que también incluyen otros aspectos de la identidad y la experiencia, como la orientación sexual, la edad, la religión, la nacionalidad, las discapacidades... El reconocimiento de estas intersecciones es fundamental para comprender la complejidad de la desigualdad social y para desarrollar estrategias más inclusivas y efectivas para abordarla.

En su clásico Género, Clase y Raza (1981), Angela Davis argumenta que para comprender las opresiones que enfrentan las mujeres negras, es fundamental no separar la raza y el género. Las discriminaciones que experimentan estas mujeres están intrínsecamente ligadas a su identidad racial, y ambas dimensiones interactúan para dar forma a la desigualdad social que enfrentan. 

Otras autoras dentro de los feminismos decoloniales respaldan esta idea, como Gloria Anzaldúa, quien argumenta que el canon tanto en la escritura como en el mundo está dominado por la perspectiva blanca y occidental. Esto significa que se considera que lo blanco, lo occidental y lo europeo son superiores, mientras que otras culturas son vistas como inferiores. Dicha perspectiva refleja cómo el racismo y el sexismo se entrelazan para perpetuar la opresión de las mujeres no blancas en la sociedad occidental.

Reconocer tales intersecciones es fundamental para abordar de manera efectiva las diversas formas de opresión. Comprender cómo diferentes formas de discriminación se entrelazan y se refuerzan mutuamente es esencial para desafiar y desmantelar las estructuras de poder subyacentes y estructurales. Es importante reconocer que la discriminación no opera de manera aislada, sino que está intrínsecamente conectada a través de múltiples dimensiones.

 

Si quieres continuar aprendiendo sobre el tema, te invitamos a leer este artículo centrado de manera específica en los feminismos decoloniales: https://perifericas.es/blogs/blog/los-feminismos-decoloniales-una-historia-de-lucha-por-la-diversidad
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